A veces veo… flores

Siempre es de noche. Oscura. Negra. Las bombillas, aún siendo blancas, me ofrecen una luz tenue, lúgubre. Es el oficio de enterrador.

Entierro historias, pasado, futuro y hasta presente. Jamás pasa nadie por mis manos porque los muertos ya son ‘no personas’. Son como la luz, mortecinos kilos de carne a punto de ser sepultados. Y con ellos sus recuerdos, sus risas, sus lágrimas, éxitos y fracasos. Todo.

Todo se entierra salvo unas breves e intensas notas de color. Las flores.