Adiós a los mitos de cómo comemos en España

 

 

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Llevo varias semanas dándole vueltas a este artículo porque no paro de leer cifras, informes, estadísticas y datos que confirman que, la gastronomía española y todos sus valores, incluso mitos, se están perdiendo-desvaneciendo día a día.

Tengo muchos amigos gastrónomos, foodies o amantes del buen comer. Me sorprende su amor por la comida, la calidad, su exquisita elaboración, etc. Yo, cuanto más viajo, más más valoro nuestra riqueza gastronómica: sus sabores, sus matices, su variedad, etc. Pero me temo que son/somos una excepción en una situación que se nos está yendo de las manos, poco a poco.

Que España será un país envejecido, lo sabemos. En 20 años tendremos un serio problema. Pero a esto le añadiremos, una población manifiestamente obesa. Y eso qué significa: escasa calidad de vida, coste sanitario excesivo y, por tanto, atrofia social.

Durante estos casi largos siete años que llevo vinculado el mundo de la producción, comercialización y exportación del aceite de oliva virgen extra he podido visitar cuatro de los cinco continentes del mundo, conocer otras culturas, ofrecer charlas y catas por donde quiera que fuera, pero siempre sin olvidar poner el valor los efectos saludables de nuestro zumo de aceituna y la Dieta Mediterránea de la que es pilar esencial.

La Dieta Mediterránea, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2010,  se define como el patrón alimentario caracterizado por ingesta de aceites de oliva como principal fuente de grasa, un alto cociente entre grasas monoinsaturadas/saturadas, elevado consumo de frutas, verduras, legumbres y cereales no refinados, bajo consumo de carnes y lácteos, consumo de fruta como postre principal, ingesta moderada de vino en las comidas y consumo moderado de pescado. Todo esto ha sido la clave de la longevidad, hasta ahora, de nuestros compatriotas con una media de vida de 84 años.

Cuando viajas por el mundo, todas las personas con las que te cruzas, celebran la calidad de los productos españoles, nuestro estilo de vida, la importancia que le damos al arte de comer, etc. Sin embargo, esa imagen exterior, para nada tiene que ver con lo que está ocurriendo en nuestro país.

Vamos por partes: en el año 2005, España tocó techo en el consumo interno de aceites de oliva (virgen extra, virgen, oliva y orujo de oliva). Los españoles tomábamos 12,5 L/año de media por habitante. A lo largo de estos diez últimos años, el consumo de esta estas grasas monoinsaturadas ha caído hasta los 9,6 litros y 10,5 litros en 2014-2015 según datos del MARM o del COI. Es decir, España, primer productos mundial de aceites de oliva y, sin embargo, el consumo interno cae alrededor de un 20% y la tendencia es a seguir bajando. ¿Es para preocuparse?

Sigo dando datos: España rebasa la frontera del 60% de la franja del sobrepeso, situándose como uno de los países más obesos del mundo y confirmando que uno de cada dos adultos españoles tiene exceso de peso, según el Ministerio de Sanidad. Esto lo dice una encuesta de 2015, realizada por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).

En 2013, el informe de Oi2 nos decía que el 30% de los españoles no se preocupaba por su salud y en 2015 otro estudio, esta vez de La Nevera Roja, nos arrojaba un dato escalofriante: el 45% de los españoles reconocía no prestar atención a su alimentación ¿Alarma social?

Nuevos datos: en 2015 según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en España, el 18,67% de los niños sufrían sobrepeso y el 8,94% eran obesos, lo que nos coloca en el ‘top 2’ mundial en obesidad infantil.

El resultado es explosivo: una población cada vez más vieja, menos preocupada por lo que come y cómo come y los pocos niños que hay, son obesos.

El cóctel es para pensarse muy bien hacia dónde vamos. Desde luego el panorama no sólo es desalentador sino que estamos embarcados en una tendencia absolutamente destructiva.