De regreso a casi todo

Diario IDEAL, 19 marzo 2014

Tras esta semana en blanco, regreso a mi rincón favorito. No he me ido por voluntad propia pero estar cuatro días de feria a tiempo completo, impiden que uno tenga la tranquilidad suficiente para poder conjugar algún verbo y añadirle el sujeto y predicado. O sea, bastante liado para escribir. Son las tareas habituales de un vendedor de aceite. Por cuarto año consecutivo he defendido las cualidades de los aceites que elaboramos en la SCA Encarnación de Peal de becerro frente a todos esos cientos de visitantes que han pasado por el stand de la Diputación de Jaén en Salón de Gourmets, gracias también, al apoyo recibido por la DO Sierra de Cazorla. Esta tarea vendedora se unirá ala que arranco la semana que viene que me llevará a tierras polacas en un roadshow que nos permitirá cruzar Polonia de norte a sur y que, de nuevo, me llevará de regreso a un país al que admiro tanto.

Por tanto en estos renglones ya he regresado a esta columna, he regresado a Salón Gourmets por cuarto año y anuncio que regreso a Polonia en apenas seis días.

Pero los regresos, siempre deseados, no acaban aquí. Este mes de marzo ha supuesto de forma definitiva mi regreso a la actividad deportiva de altura. He cumplido a rajatabla las prescripciones de mi traumatólogo y rehabilitadora, y he de decir que el regreso ha sido fantástico. Tras muchas horas de soledad, preparando mi cuerpo y mi mente en la piscina y en la clínica de rehabilitación, por fin me he reencontrado con mis compañeros de fatigas pedroleras. Y tal vez mi regreso haya sido aún más intenso que lo que fue mi retirada. Miro hacia atrás y me veo en septiembre casi al borde del agotamiento. Tras el Gran Trail de Peñalara (110 km) creo que tenía que haber descansado un poco más pero a los cuatro días (literal) ya estaba otra vez saltando por las piedras. El verano fue intensísimo en entrenamientos y claro, a principios de septiembre, mi menisco dijo ¡se acabó! Y todo paró. Y creí por horas, por días, por semanas que no habría regreso. Y llegó este durísimo invierno de días grises, lluvia, nieve. Las muletas fueron grandes compañeras pero me recordaban a diario que yo no era aquel, el que arrastraba una pierna menesterosa con vida propia e independiente. Por eso me prometí que cuando regresara, lo haría mejor. Y salió el fotógrafo y tal vez, cojo, mi cabeza empezó a concebir ideas, proyectos de otra forma. De otra manera. Regresó la creatividad, una vez más, que definitivamente se ha quedado a vivir conmigo.

Y todo pasa. Y todo ha pasado. Y he regresado. Cuando este pasado domingo recorría la altiplanicie que une La Maliciosa con la Bola del Mundo, en Navacerrada, corriendo sobre la nieve, a más de 2100 msnm, con un sol espectacular, sin el más mínimo recuerdo de que un día tuve un menisco roto, la sensación de gozo y felicidad han sido inmensas. Nunca regresar fue tan placentero. Tan gratificante. Tan motivador.

Por eso ahora cuento los días que me quedan para regresar a Polonia porque allí correré la media maratón de Varsovia, algo más de 21 km sobre asfalto que supondrá mi regreso a las competiciones y, aunque este tipo de carreras no sean las que más me gustan, estoy convencido de que disfrutaré de las calles de la capital polaca como si fuera mi primera carrera urbana, porque no en vano, mi origen es el asfalto.

Parece que este descansillo de este semana pasada me ha dado algo de aire porque tenía la sensación de estar agotándome del todo. Pero miro al calendario y vienen semanas intensísimas de emociones, viajes, gentes, imágenes…

Ya estoy mirando con el rabillo del ojo al mes de mayo que me llevará a Shanghái y tengo muy claro que dos cosas llevaré en mi maleta: mis zapas y mi trípode. No puedo dejar que nada se escape. Y si se escapa siempre podré perseguirlo hasta donde haga falta porque cuerda hay para rato.