Que se nos acaba

 

 

 

 

Diario IDEAL, 17 diciembre 2014

Se nos acaba el año. Prácticamente desde este semana, entramos en un frenesí de fiestas, celebraciones, resúmenes, proyectos, etc., que nos llevarán hasta las mágicas 12 uvas que como un acto litúrgico nos hace pensar que al día siguiente, al abrir los ojos, estaremos en Jauja, la verdadera Jauja, aquella que de pequeños nos decían que existían con las casas de paredes de turrón, tejados de chocolate y grifos de los manaban fantas y cocacolas a cántaros.

Sin embargo, la inmensa mayoría de las veces, el día 1 es ese día que pasa en blanco, previo al día 2 y que, llegado, nada cambia, salvo que estás varias semanas sin saber qué fecha poner porque te equivocas de año.

Dicho este, sí que es cierto que este final de año tiene un aire a respiración contenida porque llegamos mucho mejor que el pasado o los otros, desde aquel funesto 2008 en el que el gran mentiroso prometió pleno empleo y que llegaríamos tan lejos como quisiéramos llegar. Ellos sí que es verdad que no van a llegar a ninguna parte. Los demás, al parecer, sí que vamos algo mejor. Y la mejor prueba es darse una vuelta por las calles. Llevo varias semana yendo y estando en Madrid con más frecuencia de la habitual. La capital ha recuperado el esplendor de aquellos años donde todos sus rincones estaban petados de gentes, los bares a reventar y las tiendas en las que no cabía ni un alfiler. Te aseguro que eso no pasaba en los años 2010, 2011 ó 2012, cuando los restaurantes y bares (verdaderos medidores de la crisis / por eso creo que en algunas partes hay más dinero negro que gente, sólo con ver cómo están los meritados locales), presentaban aspecto desértico y cuando ibas, por ejemplo, a Londres, añorabas estampas como ésas (locales hasta la bandera), pensando en todo el empleo que se genera y el trabajo para esos aguerridos empresarios que no salen en la tele y que sin embargo son el motor de una economía como es la española. Hoy, a pocos días del final de este 2014, las conversaciones ya no son monotemáticas de la crisis y las fatigas de ésta. Ya se habla de proyectos, de realidades, de economía colaborativa, de supervivientes, de nuevos retos.

La gran mentira de aquel terrible 2008, al menos, nos ha traído algunas verdades. Y es que si tienes un euro eso es lo que tienes para gastar o invertir. Nada más. Antes, tenías un euro y te daban para gastar treinta… y con promesas de pleno empleo envueltas en el puño y la rosa. Eso se acabó de forma radical porque las espinas se nos clavaron bien clavadas en el recto y hoy vivimos con los pies en la tierra. Conozco ya a muchos empresarios que han dejado atrás eso de emprender (que está muy manido) y están consolidados, han sobrevivido a este larga travesía del desierto, han ajustado sus márgenes, trabajan mucho más, pero su sonrisa es obvia cuando se habla de 2015. Y yo me sumo a ese optimismo porque lo que viene es mucho mejor que lo que hemos dejado atrás.

No me hace falta que salga un señor con el pelo teñido para decirme que éstas serán las navidades de la recuperación, para saber que eso es cierto. Lo noto a mi alrededor como he notado justo lo contrario. Y es que cuando te rodeas de gente positiva, luchadora, trabajadora que echa más horas que un reloj por sacar su chiringuito adelante, eso se pega, y se pega mucho. Como también se pega el hecho de estar sentado en el sofá, viendo a los millonarios peloteros esperando a que caigan los cuatrocientos euros por la chimenea, jaleando a lideresas catódicas a las que, aunque se pongan en jeans, monas se quedan.

En fin; pelillos a la mar y a seguir tirado del carro. A seguir emitiendo facturas, cobrando y pagando en blanco, porque con ese blanco se mantiene todo lo bueno del sistema (porque nada es gratis). Si en 2015 todos nos empeñáramos a que este simple gesto se aplicara al cien por cien y a rajatabla, podríamos empezar a parecernos a Dinamarca, por ejemplo. A mí ya me colocan una cinta de una persiana de seis euros y me entregan factura con IVA. Eso sí que sería un buen comienzo de año. Porque es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. ¡A trabajar y a declararlo todo!

 

Foto: Carlota (modelo) luce vestido de la diseñadora española de ropa infatil,  María de Saas