Solopreneur y ultracorredor: parecidos razonables

 

 

Recientemente ha llegado a mi acervo lingüístico la palabreja  solopreneur o aquel que decide emprender en solitario. Sí, es una palabra ya de largo recorrido, pero como uno no puede saberlo todo, la he descubierto hace más bien poco. Sin embargo, lo llamemos así o no, en cualquier caso iniciar proyectos empresariales a solas, es siempre un reto.

Desde que empezara a trabajar con 20 añitos, creo que gran parte de mi trayectoria profesional y empresarial, ha reinado eso de ‘emprender en solitario’. Ahora, ya con 47, y muchos kilómetros a mis espaldas he empezado a ligar conceptos e ideas, para hallar similitudes entre el y el corredor de larga distancia o ultracorredor.

Dicen que para ser ultracorredor debes cubrir distancias que superen  la mítica distancia del maratón (42.195 metros), máxima disciplina del atletismo. Por tanto, cuando te enfrentas a carreras cuya distancia a cubrir es de 60, 70, 90 ó 110 kilómetros, necesitas estar hecho de otra pasta para, no sólo cruzar la meta, sino para prepararte y estar en línea de salida el día señalado. Y aquí es cuando empiezas a notar que  tu vida de se parece, y mucho, a tu vida de ultracorredor.

Voy a intentar desgranar esos parecidos razonables.

1.- Sin miedo a la soledad. La larga distancia se caracteriza por ofrecerte inacabables momentos de soledad. Esa soledad puede ser tu peor enemiga porque, llegados a determinados kilómetros, lo que rige tu cuerpo es el cerebro. Y aquí, o tu cerebro está entrenado para esos momentos, o caerás. Debes entrenar tu cuerpo, sí; más aún tu cabeza. Cuando eres en la inmensa mayoría de las ocasiones estás sólo frente al peligro: vas solo a pedir crédito, tú solo avalas, tú solo viajas, tú sólo vendes… Esas largas horas de espera contigo mismo en un aeropuerto, son calcadas a las que vives en esas tiradas kilométricas.

2.- Entrenar. Para cubrir una carrera de 90 kilómetros no puedes entrenar en una cinta de gimnasio o correr veinte minutos el sábado porque te has colado con la cena del viernes y quieres (lo crees) quemar el exceso de la noche anterior. Para poder enfrentarte con ciertas garantías de éxito (aquí llegar a la meta es el mayor de los éxitos) necesitas entrenar. Y por entrenar hablo aquí de muchas horas de dedicación, sacrificios personales, esfuerzo, disciplina y muchísima fuerza de voluntad, aunque te llamen ‘loco’. El necesita de ese entrenamiento para, al menos, tener la oportunidad de triunfar. Sacrificas muchas cosas: empezando por tu estabilidad económica, un puesto seguro, una nómina a final de mes. Necesitas esforzarte cada día un poco más por convencer a los demás de que tu producto o servicio es el que precisan y no otro. Disciplinarte para no gastar más de lo que ingresas y sobre todo, aunque te llamen loco, tener esa inagotable fuerza de voluntad por sacar adelante tu proyecto empresarial.

3.- Determinación. Para cubrir distancias como 110 kilómetros, o tiendes determinación, o jamás alcanzarías la meta, sobre todo, cuando te abandonan las fuerzas a tu suerte. Y es esa poderosa e intangible determinación la que hace que superes las mil y una crisis que, en largas distancias, vives. El tiene esa misma determinación cuando decide que durante los fines de semana también se trabaja o que, aunque lleves doce horas ininterrumpidas de curro intenso, no llega la hora de acabar porque tu determinación es aplicar todo tu esfuerzo para que nada se quede pendiente para mañana.

4.- Men sana in corpore sano. Es obvio que el ultracorredor debe cuidarse. Debe comer muy bien, sano y de forma equilibrada. Una mala gestión de la alimentación puede ser letal. Y con la hidratación pasa lo mismo. Eso nos hace ser biológicamente más jóvenes que el resto de los atletas (según investigaciones deBill Andrews). Tal vez ahí radique nuestra fuerza física y mental. El solopreneurdebe practicar los mismos mantras. Debes cuidarte si no quieres ser un horroso cadáver, no ya con traje de pino, sino en el día a día. Arrastrar kilos de más, pésimas digestiones o nula gestión de una correcta hidratación cambiando el agua por gintonics, te pasa factura y no podrás superar con éxito los retos diarios que supone emprender en solitario.

5.- El camino, lo más divertido. En una carrera corta o larga, sólo pueden ganar uno y subir al podio otros dos más. Significa ello que tus opciones de tocar metal son siempre escasas. Por eso el ultracorredor como yo disfruta del recorrido, del camino, de cada curva, o de las vistas que te ofrece un pico al que, tal vez, sólo unos pocos elegidos pueden acceder. Esos momentos son maravillosos, únicos, irrepetibles. Borran los otros: los duros, los solitarios, los aburridos, los incómodos, los ‘¡qué coño hago yo aquí!’, etc. Si eres solopreneuraprendes a disfrutar de todo lo que te pasa a tu alrededor, de cada detalle del día a día. Eres feliz cuando por fin consigues esa reunión soñada, te dan el préstamo que tanto necesitabas para no ahogarte o, con una operación de venta satisfactoria, invitas a tu familia a una comida sólo por el hecho de que ‘mi proyecto’ bien merece estos momentos entrañables con los tuyos.

6.- Reto y riesgo a parte iguales. Cuando haces clic y te inscribes en una carrera de 60 kilómetros con otros tantos miles de metros de desnivel acumulado, asumes el riesgo de no acabar (tal vez, la peor de las frustraciones). Sin embargo, a sabiendas el riesgo deja paso al reto. ¿No voy a ser capaz de superarlo con las horas de entrenamiento que llevo? Y das el paso. El solopreneur se enfrenta a la misma tesitura. Asumo el riesgo de ‘no llegar’ porque me abandonen las ideas, la creatividad, el dinero, o simplemente, mi proyecto esté tan mal enfocado que los clientes nunca aparezcan. Pero a cambio, y pese a conocer que eso pasa (siempre te acuerdas de alguien que se ha dado una enorme leche en el camino) la palabra riesgo desaparece ante tu afirmación de que ‘¿y si lo consigo? ¿y si lo peto?’. Entonces, vas y lo haces.

7.- No hay derrota; hay formas de hacerlo mal. Desde que con 40 años empecé a correr, jamás he abandonado una carrera (y espero seguir así). Sin embargo sé que pasa; y le pasa a muchos: caídas, heridas, tirones, roturas, mal tiempo, malas digestiones… Mil y una circunstancias pueden obligarte a retirarte de una carrera. ¿Fracaso? No; en ningún caso. Hay que analizar qué se ha hecho mal para abandonar: malos entrenamientos, mala alimentación, mala gestión del agua, mal cuidado de tus puntos débiles (en mi caso las ampollas de los pies). Recuerdo con horror los últimos kilómetros de mi primera maratón en San Sebastián. Llegué por determinación. Pero estuve a punto de no hacerlo por un error garrafal: una pésima alimentación. Aprendí. El no conoce la derrota; solo descubre las formas en que no deben hacerse las cosas. El ejemplo y cita de Thomas Edison es más que vidente. El descubrió 999 formas de cómo no hace una bombilla.

8.- Prefiero morir de pie que vivir toda la vida arrodillado. Esta frase, de sobra conocida, es aplicable al ultracorredor. Moriremos con las zapatillas puestas en la cresta de una montaña antes que entregar nuestra vida a tardes de sofá, cerveza y peloteros televisivos. El solopreneur sabe que, aunque se arruine, él prefiere vivir su sueño que entregar su vida a la monotonía de un trabajo, un sueldo y un jefe. Y pese a que en ambos casos, el ultracorredor y el solopreneur, asumen que pueden caer, esa enorme fuerza interior nos ayuda a levantarnos y seguir porque estamos destinados a morir de pie, como Custer, con las botas puestas, disfrutando de lo que más nos gusta y, sobre todo, en paz con nosotros mismos.

9.- Focus, fight, finish. Es el lema del equipo de wrestling del Malad High School donde mi hijo estudió el año pasado en Idaho (USA). El ultracorredor se aplica la mimsa filosofía: se centra en su objetivo, lucha por ello y acaba cruzando la meta con tal inyección de felicidad, endorfinas, motivación y satisfacción por haberlo logrado que en unos segundos ya estás pensando en la próxima. El necesita practicar ese ‘focus, fight, finish’. Necesita fijar la dirección clara de su proyecto. Debe luchar contra viento y marea, contra todos los imprevistos habidos y por haber, superarlos y llegar a la meta que una veces puede ser desde que tu proyecto vea la luz, cierres una operación grandísima, inviertan en ti, o te compre Google. No olvidaré jamás esos segundos que pasé en el ascensor, a solas, con la partida de nacimiento de mi empresa norteamericana en mis manos. Lloré. Lloraba. No sabía, ni sé, si tendré éxito o no, pero estaba en la meta de esta carrera. Siete largos años de carrera. Ahí estaba mi meta. Al salir del ascensor ya estaba pensando en la próxima carrera.

10.- Fuerza y honor. Lo decían los que sabían que iban a morir en la arena. Hay darlo todo y si me llega la hora, caeré con honor. Siempre. Si pese a aplicar todas tus fuerzas, tu experiencia, tu conocimiento, caes, hazlo siempre con honor. Se un corredor honorable, antes, durante y después de la carrera. El honor hace a los hombres grandes, generosos, casi inmortales. El solopreneur debe ser así. Un ser con fuerza, con mucha fuerza (física e interior), pero ante todo y sobre todo, un ser honorable: limpio, honrado, verdadero, transparente, sincero, auténtico. A mí enseñaron a que un apretón de manos es un pacto irrompible y que mi palabra es más válida que cualquier documento sellado o esculpido en piedra. El ultracorredor no hace trampas; el solopreneur tampoco. La fuerza y el honor son el marchamo de nuestras vidas. Total si vas a zamparte 28 horas corriendo de qué sirve engañar o si el dinero que hay encima de la mesa es tuyo y sólo tuyo ¿a quién pretendes estafar? No hay peor mentiroso que el que se miente a sí mismo. Ni en la ultradistancia ni en el emprendimiento en solitario hay opciones para esto. Hay demasiadas cosas divertidas por delante para perder el tiempo y energía en ello.

*Palmarés de carreras de Fernando R. Ortega

Photo by Pedro Alvarez

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