Tranquilidad

 

 

Ahora reposo con el dolor de mi rodilla derecha resoplando por las heridas del pasado; sin embargo, mi corazón, late tranquilo; mi alma reposa, sosegadamente esperanzada en que las luces de Matmata la guíen por las sombras de Modernidad. Penélope no cesó en su empeño de ver a Odiseo llegar a Ítaca. Por mi parte y camino de Amorgós, también albergo la llegada, desde la proa de mi barco, sólo con un palo mayor, que el aire me traiga los cantos de sirenas que ella, apagó con su indiferencia.

El día decae en el Mediterráneo