Yes, we can

Ahora, que ya ha pasado en cierta manera, el huracán Obama, me toca hacer esta reflexión. De nuevo, otra vez, el pueblo americano nos ha dado una lección de democracia. sin parangón. En escasas horas, ya sabíamos los resultados. ¡Magnífico!

Antes este inciso: ambos candidatos tiene trayectorias personales y profesionales impresionantes. Algo que deberían(mos) aprender nuestros politiquillos mediocres, ramplones, inútiles, sin preparación de ningún tipo que tenemos en España.

Pero lo que verdaderamente me subyuga, al margen del magistral pueblo americano, es el comportamiento de ambos candidatos: el electo y el derrotado.

El electo, Obama, representa ya un antes y un después en la política americana. Tampoco es tan negro como parece, pero en todo caso, ha encandilado a jóvenes, blancos, negros, muejres… a una nación con mensajes de cambio pero que jamás ha renunciando a sus principios y creencias que de Estados Unidos de América en su Nación. Una gran Nación.

Y el derrotado McCain, un señor. Si la campaña ha sido de perfil más bajo, ha demostrado que es un tipo en el que se podía haber confiado. Tal vez la edad, era demasiada edad. Se ha despedido reconociendo su admiración por Obama, no sólo como contrincante sino como su ya Presidente de los Estados Unidos de América. Y de vuelta a su puesto de senador, sin más.

Lecciones magistrales de democracia. Una nación unida bajo unos mismos símbolos, principios, cimientos que quizá en esta ocasión, han estado cargado de mucho lirismo. Pero es que votar, es un derecho inviolable e inalienable y ayer Manhattan, Chicago o Washington vivieron escenas jamás antes vistas. Y es lo que tiene lo que une, lo que hace grande a un pueblo como el americano, que al margen de negros, blancos, hispanos, orientales, etc.,  son eso, una gran Nación.

Allí nadie discute si el Mississippi es de un estadito o de otro.

¡Qué envidia!