Una adorable criatura

Drogadicta, borracha… labios de rojo y pañuelo negro. Avergonzada de sí misma. Esa adorable criatura es reflejo de las muchas actrices que un día, al mirarse al espejo, hacen sólo eso. Mirarse al espejo.

Truman Capote en Música para camaleones me ha presentado, para su descubrimiento, una de las estampas que no conocía de la extremadamente delicada Marilyn Monroe.

Sexo, drogas y un escritor. No el que lo cuenta sino del que está, de nuevo enamorado. Miller, Arthur. No le gusta Los Angeles y sin embargo, disfruta de New York. Gaviotas y el muelle de los barcos hacia Staten Island.

Un funeral es la excusa para confesarse al homo y genio de Capote. Lo reconoce unas páginas más adelante tras una masturbación… en ese magistral libro de colección -de relatos- y que no debería faltar en ninguna biblioteca.

Porros, champán, labios y el mito de ese espejo donde ella pasa horas mirándose. Esa escena es de una soledad que mi piel se erizaba con cada una de las siguientes líneas.

La entrevista, curiosamente recoge una escena parecida. Sin embargo, hasta hace unos días, jamás la había leído.

Pd: a esa adorable criatura…