Sueño anal

Luis no lo podía soportar. Era, sin duda, el mayor dolor que en mucho tiempo había sentido. Jamás se habría quejado de una acción como aquella, pero un tatuaje -pensaba- no suele doler tanto. María le susurraba al oído mientras el gordo Md hacía vibrar su punta metálica. Notaba como olía a piel quemada. Intentaba no pensar en nada o ver si era verdad que, al tatuarse, los hombres, tienen una erección. Pero no. Era una leyenda urbana. Y eso que María le acercó varias veces su boca y notaba el calor de sus orejas en la parte interior de sus muslos. Fue tarea inútil. Sentía que el final de túnel llegaba…, ¡la famosa luz…! iba a perder el conocimiento.

Al recobrar mi conciencia, María estaba tan cabreada conmigo que me dejó colocado el florero de supositorio. No resistí ni medio polvo. Me había dormido en plena acción. Todo fue un sueño… un desagradable sueño anal.

Foto: Christina Kruse

************************

Puedes regalar Ellas… mi liblog por San Valentín