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2009Parálisis nacional
Apenas podía ver la hora. No distinguía los dígitos rojos del reloj despertador. Su hijo Fredito subió sin hacer apenas ruido, por las escaleras de madera. Se acercó para bisbisearle: Papá, he oído en la radio que hay un paro nacional.
Desde el salón Umberto, el más pequeño, gritaba: ¡Papá! ¡Papá! ¡hay tanques en la calle!
Fredo, con la boca empalagada en fluido vaginal, movió su mano para descubrir el cuerpo desnudo de Mara. No estaba. Mamá salió a las siete, apostilló Fredito que permanecía inmóvil junto a la mesita de noche. Papá, que han anunciado eso en la radio. ¡Que te levantes! ¡Que algo pasa!
Una explosión le hizo girarse violentamente en la cama. Miraba sin pestañear el cielo que se veía a través de la velux del techo del dormitorio. Fuegos artificiales. Era de noche. ¿Aún era de noche? pensaba.
Bajó, sin vestirse, sin colocarse tan siquiera el pantalón del pijama a rayas. Fredito le seguía… ¡Papá que te vas a caer! Sin dudarlo tomó el mando de la tdt. Encendió el aparato de televisión…
Se anunciaba un teletipo de forma permanente en la parte inferior de la pantalla negra: Todas las mujeres del país han salido sin ropa a la calle. No quieren ser testigos del partido de las estrellas que en breve dará comienzo. El Presidente afirma: ‘esto es una parálisis nacional’.
Mientras el teletipo recorría la pantalla, de derecha a izquierda, sonó el himno nacional. Las jugadoras saltaron al terreno de juego.
Fredo, Fredito y Humberto celebraron como nunca aquel partido. Los militares, por orden gubernamental, detenían a millares a las mujeres por las calles de las ciudades de todo el país.
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