Ciccone

Ideal 25 marzo 2009

Bien podría ser éste un apellido napolitano de esos que gastan los que guardan en la sobaquera un pipa que en cero coma y tirando de gatillo, descerrajan una puerta contigo detrás. No. No me voy a poner ni camorrista ni siciliano y que conste que Don Vito está entre mis favoritos, en literatura y en cine. Pero hoy, como acaba de entrar en nuestras vidas la primavera, toca hablar de música y ellas. Y para ello me voy a dejar llevar por unas de las más grandes divas que nacieron en el siglo pasado y que extiende su aura de megaestrella en el presente siglo.

Recuerdo en aquellos programas de “vídeoclips” cuando la vi por primera vez enfundada en minifaldas con guantes de rejilla, paseando por las calles de Venecia, cantando algo sobre una virgen. Luego, posteriormente y salido de la edad del pavo, entendí que nos quería decir la sexy rubia con aquel touched for a very first time, muy bien aprovechado posteriormente en la musical Moulin Rouge.

Y desde entonces, no ha salido de mi vida. Sin embargo, y pese a que he ido cambiando con el tiempo, siempre me ha gustado Madonna. Desde la chica rebelde que se quedaba embarazada con un pelo a lo garsón, pasando por una provocadora al tener relaciones con un pseudo santo, o llegando a su rama más mística, erótica, pornográfica, american way, o las más rabiosa discotequera y dance de este decenio aún no acabado, siempre se ha reinventado captando a nuevos seguidores y subyugando, disco tras disco, a los que la seguimos desde 1984.

Pero ahora, esta Madonna, ya ha trascendido del mundo de la música. Reventó con su libro Sex en 1992. Ha sido portada en las revistas más importantes del mundo. Ha creado tendencias; es diseñadora para H&M; escritora de cuentos infantiles; actriz; imagen de importantísimas marcas de moda; madre; esposa; divorciada… y sobre todo mujer.

Tuve la oportunidad de verla y oírla en la Berlinale en 2008, en una multitudinaria rueda de prensa -en la que casi morimos aplastados-, presentando su película Filth and Wisdom con un sugerente vestido transparente negro que nos dejaba ver su ropa interior, elegida minuciosamente para la ocasión.

Pero ella, con 50 años, sigue siendo incombustible y un referente digno de ser seguido por ellas y ellos. Ha evidenciado, una vez más, que los 50 de ahora son más que nunca los 30 de hace mucho (Sharon Stone dixit). E incluso tras darle una patada en el culo al british de Ritchie, se pasea por Nueva York de la mano de un carioca de 20 añitos. Ahí es nada.

Y es que la Ciccone es mucho más que un apellido italiano.