Es siempre la orilla del río la que espera la caída de las briznas etéreas de las palabras que, acompañadas, con remos invisibles, hacen que renazca el agua.

Nacimiento, remanso y hasta la muerte, representada entre meandros y una mar, tranquila y manriqueña.

Mujer que ofreces tus manos para recoger cinturones, saquitos y almas errantes… ¿volverías a ser agua espirituosa para ser bebida?

Foto: Katarzyna Rzeszowska