11
2009Xxx
Ideal, 11 junio 2009
No parece que el calor definitivamente llegue, como en realidad el frío nunca se marchó. No es necesario que sea primavera o verano, para asfixiarse, o invierno, o un gélido otoño para que el cuerpo se te quede acristalado. Es como un 40 de mayo el Día de los Inocentes, o el veranillo de San Martín, una mañana de un 30 de febrero. Mejor dedícate a mirar la nubes y volverte etéreo. Total, para lo que pintamos aquí.
Esta introducción caótica, casi en monólogo interior -¡ay, ese James Joyce interplanetario!- me sirve de hilo conductor, beodo y moribundo, por las carreteras de la palabra. Sigo en modo Jesús Quintero, porque a él, como a mí, en el fondo, nos importa un pimiento lo que piense el señor de enfrente sobre lo que pensamos, decimos y hasta escribimos.
Esta noche 2308 visitas ha tenido mi blog. Hoy. Miren, aquí, de noche y tecleando esta columna, casi abducido por el extraterrestre poder de poder decir con letras pegadas a letras, lo que más o menos nos de la gana, «mientras haya para lechugas y tomates» es más que suficiente. Gracias doctor.
Y es que como está la vida. Cara y dura. Cara porque no te dan un duro por casi nada y dura porque eso de ser blanco -como un impotente «desviagrado»- no te lleva sino al ostracismo del pupitre. Siempre me sentí un poco así: ¡gafitas cuatro ojos capitán de los piojos! me chillaban en el cole. Y es que los «pekes» son/somos unos cabroncetes.
Poco crecido y algo apavado, así me presenté en la pubertad. Los años y los libros, te vuelven incómodo y hasta mosca «escrotil». Siendo menos joven que ahora, me descalabraron por la ventana de la calle con nombre de santo paciente. En la gran urbe, un ex, trató de exponer mi espinazo con forma de alcayata en su museo de caza, pero mi ser ‘homo erecto’, me costó ser devuelto a los corrales. Y el listo de la paella se las apañó para dejarme con el culo al aire cuando me ponían una pistola en la sién.
Siempre complicado y difícil… Ortega. Un amigo en la barra de un bar me dice, ¡eres la leche! Y al final uno se siente -a caballo desbocado- «joseantoniano» romántico que aspira a «cheguevariano pop up».
A viente años de aquel 89, nadie se acuerda del hombre que paró una columna de tanques o los que, con pico y pala, derribaron el muro más vergonzoso construido jamás por el hombre-razón en Europa. Pero James Dean murió por indomable y Jim Morrison se emborrachó para ahogarse. Sin embargo Ramoncín -con 53 palos y rinoplastia- es más burgués que la Duquesa de Alba. Y es que «ser», en estos tiempos que corren, es duro y complicado. Todos tenemos un precio. Hasta Quintero. ¿Verdad amigos lectores? ¡Ele!, ¡qué arte!
Comentarios recientes