Revolutionary keys

Ideal 18 junio 2009

«Once upon a time…» asi es como empiezan los hijos de la Gran Bretaña sus cuentos. Pero no se asusten. Esto no será ni un cuento, ni una retahíla de palabrejas anglicadas. Me ceñiré a mi columna y a decir lo que pienso. ¿Se imaginan Jaén con mar, playa, con una Santísima Trinidad -tres puentes y 140 cañones- amarrada en el muelle a las faldas del fortín de Santa Catalina? Son las teclas revolucionarias. Ese tablero de ajedrez con letras blancas sobre cuadraditos negros. ¡Y el poder que tienen!

¿Se imaginan las proas de varios ‘sesenta metros’ de eslora repletas de munícipes gobernantas marcando tendencia con bikinis de braguita brasileña? ‘Desmadre a la jaenera’. O mejor ¿un «cabalieri» jiennensino, con poder y mando en plaza, envuelto en orgiásticas celebraciones en una «keli» sita en el Puente Tablas? ‘Ojete indiscreto’. O mejor aún ¿a una caperucita roja, con vara de esas que pueden tela, envuelta en un affaire sexual con ligas negras, corpiño traslúcido y juguetitos para flagelar, con fotos incluidas? ‘Veinte mil lenguas de viaje intrauterino’. ¡Sería fantástico! No me lo nieguen. Nos falta la ironía de los románticos del XIX. Hay que relajar la geta que ya hace calor.

Curiosamente, aquí, no tenemos ni un porno andaluz, ni un cine negro andaluz ni una novela policíaca andaluza. Aquí triunfan las que vienen del frío: el porno ruso, el cine negro holandés y las policíacas suecas. ¡Ea! ¡como hechas por Ikea! Tornillo «esflungen» para montar la estantería «totusmuerten» de «complicá» que es montarla.

Me entero que eso de los crímenes suecos -que venden millones de libros- los inventaron un matrimonio bien avenido formado por Maj Sjöwall -ella- y Per Wahlöö -él-. Por eso yo me hecho en manos de mis «revolutionary keys» para ver si, con mujer o sin ella, me dictan la novela de mi vida, descubro el escándalo sexual más grande jamás contado o si, por escribir en esta columna de Ideal, me soplan 94 milloncejos de euros. Les aseguro que compro la casa consistorial y la lleno de sexys ‘boys and girls’ para relajar esfínteres. ¡Uy! ¡Antológico!

Pero ya estoy perdido otra vez en el mar de mi imaginación. ¡Traicionero! ¿Vuelves al monólogo interior? Mira que te pasan por la trituradora de papel. ¡Melón! dice mi tío Pepe. Y es que la sabiduría popular es muy sabia, no por «pepera», sino por república popular.

Por eso, heme aquí, al calorcejo del sol y la playa malagueñas -atemperadoras de espíritus indómitos-, ensoñando con aceitunas naturales de ‘mix’ con anchoas o con la salazón «boqueronera» de la bola de Fernando III -que preside la Catedral- o por qué no, con transfigurar en «celebrities flasheadas» a nuestras políticas luciendo «upskirts a tuttiplen» -no hablo de ellos porque son feos y si tuvieran tabletitas de chocolate me harían la competencia-.

En fin, que si de lo leído no entienden algo, metan las palabras en el cajoncito de Google: saldrán de dudas. Mira. Ahora que lo pienso, en mi próxima historia seré el inventor del «gúguel». ¡Gúgueljeim, por favor!