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2009La teta y el rifle
Las tardes en este poblacho de Alabama son sofocantes. El calor derrite hasta las conjunciones copulativas que dejan de serlo para transformarse en conjunciones exclamativas o declamativas, y si me aprietan, lavativas.
Y es que nunca fuimos, aquí, de mucho copular. Somos breves, como las frases lapidarias. Buscamos respuestas rápidas que llegan en nueve meses. Así podemos seguir engrosando nuestro pequeño ejército de salvación para cuando desembarquen los ortodoxos de la gramática. Por eso aquí, en este estertor poblacional, en realidad, a las conjunciones copulativas las tenemos atadas con cadenas. Y que nadie pregunte por qué. Porque la respuesta es tan sencilla como la propia definición de la misma: sirven para reunir en una sola unidad funcional dos o más elementos homogéneos e indican su adición.
¿Ahora lo comprenden? La teta y el rifle.
Reunimos en una sola unidad funcional, llamada mujer/madre, dos elementos de composición y estructura uniformes: la teta -sin ella, él moririá de hambre- y el rifle -sin él, él moriría degollado-.
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