City Horror Show

Diario IDEAL, 23 septiembre 2009

A esta hora, cuando enciendo este mini pc, me hallo en la planta 23 de un hotel en plena zona de crecimiento de Valencia. Cuando tú, lector, te acerques a estas líneas, el navegante ‘Vagamundos’ andará perdido por algún punto entre Barcelona y Civitavecchia, el puerto más romano desde la época de los césares y augustos emperadores herederos de Rómulo y Remo, ese par de listillos que, chupando teta como los jóvenes de hoy en día, montaron un tinglado que dura hasta el día de hoy. No sé si hasta el día de mañana, pero desde luego, hoy sí.

Y mientras Trajano y su columna sigan donde están, seremos latinos, o sea, sucesores de aquellos hombres que nos dieron cultura, idioma y carreteras -mutatis mutandi-. Sin embargo, esos sucesores, nosotros, o mejor dicho, los amamantados del franquismo expansionista, precedentes de los actuales ‘chupópteros’ vestidos de lagarterana democrática, en modo alguno, han respetado la memoria de aquel vasto Emperador, hijo de Hispania.

Y lo digo, porque hoy -para ti lector, antes de ayer-, decidí abandonar la AP-7 y meterme de lleno en la N-332 y detenerme a observar el Manhattan español: o sea la “city horror show”, o sea Benidorm.

Y la llamo así porque, salvo esas moles incrustadas a base de pelotazos y repelotazos que han destrozado ‘sine die’ la delicada línea del horizonte marítimo, nada más tiene que ver con las glamurosas y multiculturales calles neoyorquinas. Aquí, la mamá de Leire, la clon antifascista mal peiná de “enpieconpuñoenalto” -prota de ‘Bailando con lobos’-,  le airea el refajo al santón desorejado de Camps, tapadete de mesita camilla de Rajoy, ese ‘x-men’ del Doctor Xavier llamado ‘lengua de trapo’.

Ignoro qué dirían los romanos, los de antes, los del Imperio al ver semejante amalgama de atentados contra la inteligencia y delicadeza humanas. Tal vez sus contemporáneos pensarían lo mismo que yo cuando construyeron el Coliseo, pero el ‘pan y circo’ de hace un par de milenios nada tiene que ver con el pelotazo ladrillero que contempla los cansados huesos de los jubilados que pasean por las empinadas y huérfanas calles sin aceras de este engendro demoníaco. Lamento no compartir la atracción que miles de turistas sienten por este municipio costero. Será la individualidad que trato de buscar la que me hace pensar así. Pero sufro al pensar en esa escena en la que la crema de coco de la señora de la sombrilla de enfrente se dejara caer por mis pezones, mientras su hijo, un “cani tuentitero” lleva “reggetoneando” su móvil farlopero, en plan manos libres -volumen 5 rayitas-. Si lo piensas, querido lector, convendrás conmigo que es un horror. Un horroroso y terrorífico sueño de verano… 

Creo que si Trajano levantara la cabeza se dejaría caer por Central Park antes que por la ciudad que los políticos han hecho que huela a podrido. Según el olfato de ‘lengua de sapo’, claro.