«Esaboríos»

Diario IDEAL 21 octubre 2009

Vamos por partes. No me gustaría empezar este artículo con aires de derrumbe. Bastante tenemos con aguantar el careto del personal en esta santa ciudad que se ha dejado el gracejo de otros tiempos en el congelador de la última romería, tal vez, fechada a finales del mágico año 92. Nadie aquí sonríe. ¿Te has dado cuenta? ¿No ves que la gente en Jaén últimamente va siempre de mala leche, mal encarados y gastan estreñimiento en comportamiento?

La pasada semana desayunaba en un lujoso “showroom” en Madrid. Nada menos que en la calle Serrano. Los dos contertulios, jiennesinos de pro: Esther Palma y un servidor. Ambos madrileños o cuasi madrileños de adopción. Ambos inmersos en esto de la comunicación. Ella, espléndida, simpática y habladora, ve Jaén desde una distancia prudente. Yo más prudente, desde una distancia menor. Ambos coincidimos en la ‘mala gracia’ que ha prendido esta ciudad a la altura de los genitales de los conciudadanos de ambos géneros. La gente de Jaén le gana en mala “follá” a los otrora campeones, o sea, los “granaínos”.

Pero es que la puritita realidad. Ve a un banco, a una ventanilla pública, sea municipal, provincial, autonómica o estatal; entra a un comercio o a un bar de siempre; acércate a pedir información a una organización empresarial, colegio profesional o grandes almacenes. Pregunta algo en una gasolinera, o mira de refilón a los “munipas”. La desidia, la desgana son la tarjeta de presentación. ¿Qué está pasando? ¿Seguro que es el tranvía? Lo dudo. Aquí hay mucha frustración en esta olla mal “paría”.

Siempre, los que hemos ido y venido con asiduidad a esta ciudad, de la que nos consideramos hijos de pleno derecho, hemos alabado -insisto, siempre- las bondades de la misma: ‘a Jaén se entra llorando y se sale llorando’, dice ese viejo refrán. Ahora lo que se dice, o bien “la veo de paso y nunca he entrado” o “¡coño que ‘esaboríos’ son los de tu pueblo, joé!”

Los habitantes de este pueblo con ínfulas de capitalidad provinciana se han vuelto hoscos, ariscos, gatunos y perrunos. El “¡que inventen ellos!” gana adeptos cada día como una secta con productividad anglosajona. Las academias dan número para preparar funcionarios para el siglo ventidós y somos los últimos de Andalucía en la creación de empresas, o sea, las que generan curro, pasta, impuestos, riqueza, etc., etc. Conozco a mucha peña que ha abandonado el barco y yo, cada día que pasa, me lo pienso más.

En Nueva York, ciudad donde las haya, la gente te ayuda sin pedirlo a cada paso que das. Los neoyoquinos son serviciales, amables, simpáticos ciudadanos que se esfuerzan en que no te sientas extraño en su vientre. Aquí, con eso de que nos jactamos de que “en Jaén se vive de puta madre”, nos gastamos “cero euros” en sonrisas, buenos días, cordialidad o estricta educación cívico-ciudadana y nadie sabe por qué los franceses llegaron a Jaén sin dar un solo tiro y se fueron sin gastar una puñetera bala. Por eso, para jodernos, volaron el Castillo de Santa catalina.

Debe ser que desde entonces, nadie se ha dado cuenta, de que se nos quedó cara de “me cago en tus muertos” para muchas generaciones.