Así son ellos. Efebos imberbes que buscan el camino para afirmar su, aún incipiente masculinidad, mientras se frotan con papel de estraza la parte superior del labio buscando raspar. Raspar para pinchar. Pinchar para romper. Romper para saltar. Saltar para llegar alto. ¡Alto! ¿Censura? No, mejor con globitos. De colores, sabores y olores naturales.

Nunca me comí un preservativo, decía la del poyete ventanero mientras la otra disertaba sobre la diferencia que había entre un poyo, un pollo y una polla.

La relampaguza vino a cegar a la púber. La cuchareta con la que fue al río quemaba. Al final no sabía si ardía más aquel rabo o el otro. Afirmaba, desvaída en su rincón, entre raspajeos… ¡ésos han sido besos!

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Hasta el 31 de octubre puedes votar ‘Costumbres peligrosas’, relato candidato al 2º certamen de relatos depilación convocado por Corporación capilar.

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