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2009Arcángel justiciero
Diario IDEAL, 4 noviembre 2009
Un día, no sé por qué extraña carambola del destino, me vi rellenando la matrícula para cursar Derecho. Con 18, qué quieres que te diga lector infatigable, no sabía de qué iba la vida. A mí me molaba eso del periodismo, pero mis padres pensaban que se me piraba a Madrid me haría poco menos que un “yonki rockero”. Descarté estudiar Filología inglesa, no porque no me pusiera el idioma que se habla la ahora del té, no, su graciosa majestad. Me veía abocado a dar clases en un instituto con cara de funcionario y creo que yo nací con una “pegata” en el culo que decía: ‘funcionario, no gracias’. Y es así. La historia es verídica. Me matriculé en Derecho y estudié una carrera que me formó como jurista pero sin dejar nunca de lado esa inquietud por ser diferente a los demás, por no parar de inventar, moverme y casi si me descuido, me salgo del mapa. Estudié lo que era la Justicia, la material y la inmaterial; la humana y la divina. Lo que es justo e injusto. Lo que es un sentencia razonada y lo que es una “garzonada”. En fin, me formé en los valores de lo justo. Lo que universalmente se conoce como justo. Quizá una mezcla entre el Derecho Natural, el buenismo de Rousseau y el “homo politikon” europeo de Popper.
Y te preguntas a qué viene este “praefacio” histórico con pintas de “egosurfista internetero”. Pues ni más ni menos que a eso. A servir de introducción sobre uno de los personajes más carismáticos de la actual televisión. De la que se puede ver, bajo mi punto de vista, ya que el 90% de los contenidos televisivos son injustamente emitidos para calvario “limpiamentes” de sus aguerridos televidentes que, quizá, han dejado otros medios como fuente de información y se beben todo lo que vomita la caja tonta -antes-, ahora planita como la hierática sonrisa del Doctor Mateo.
Decía que lo que salvo de la quema -perdón, del apagón- es CSI Miami. ¡Aaaaaa! Dirás. Tanto para esto. Sí. Y es que si hay alguien que hoy representa a la figura clónica de San Miguel, San Rafael y San Gabriel, enviado a la tierra para cortarle los cataplines a los cabroncetes de turno, ese es Horatio. Ruega por nosotros. Líbranos del mal. Horatio. Miamero de mi alma, no me dejes ni de noche ni de día y sálvame para que me siente junto a tu incansable mirada de arcángel justiciero. Héroe de pobres, amante deseo de frígidas cocainómanas y sostén de tetas, paraísos, forenses, parientes, mafiosos…
Horatio, abandona a Gloria Steffan y su banda, y arregla las bandas de secuaces chivones, chingones y partecojones. Te dejo que dispares y que te pasees con tu Hammer por la Gran Vía, con gafas de sol a media noche. Sabes que si pierdo algo, hace años que despedí a San Cucufato. Ahora los “güevos” se los ato a “San Zapatako”, perruno santón que cree que todos son de su condición.
Ellos merecen tu placa, tu plaga. Eres placa y plaga. Azote de zoquetes. Azote de mangantes. Azote de azotes que buscan “injusticiar” a los justiciables. Horatio de mi vida y de mi corazón. Eres mi salvación, Eres la salvación. En mi “flashfoward” me sentaba, por fin, a tu diestra. La siniestra siempre me ha dado miedo.
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