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2009El funeral
He estado durante todos estos meses pensando que habías llegado para salvarme. Más de una vez me cogiste de la mano desde el filo del acantilado, me quitaste la cuerda del cuello o lentamente guardaste la cuchilla de afeitar en aquella funda de cocodrilo que mi padre me regaló al cumplir la mayoría de edad. Sin embargo, llevo todo el día sentado en el porche esperando que tu coche llegara, te bajaras y sin preguntar, me dejaras que te llenara el cuerpo de aceite para que los mosquitos no volvieran a posarse sobre tu piel. La espera ha sido inútil. Como inservibles ha sido todas estas cartas que te he escrito.
A primera hora, cuando amanezca, sin más, para olvidarte de forma definitiva, cortaré el camino que llega a mi casa, rajaré con la vendimiadora opinel todas las fotografías que guardo de ti y quemaré el centeno que crecía en el lugar donde al verte por primera vez, supe que me casaría contigo.
Mañana llamaré a la funeraria. Es hora de encargar mi entierro.
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