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2009El poder de la naturaleza
Casquetes polares desapareciendo. Playas junto a los olivos altivos… ¿o eran aceituneros? Tanto monta monta tanto. Tanto tienes, tanto vales. Los vales del cole, ¡no! ¿eran babis? los del cole, los del pintor y los de los babosetes que babean cuando creen que el mar llegará a la puerta de su casa por el calor. ¿Pero es que hace mucho frío? Ya. Como la de arriba… calor o frío… ¿qué eliges? Me pido calor… azul o rojo. Me da igual. Calor que me caliente como el saco al sol mientras se seca. Y para sacos, los de los sacamantecas euríbores, ipecíberes e hipotequíberes. Ellos no se caliente ni con tías, ni tíos, ni tías ni tío a la vez. Ellos sólo se excitan con números rojos, los nuestros y azules, los suyos, como en una guerra civil, donde no hay muertos. Sí, los de hambre, sed, justicia, cohetes, pedradas y pedos. ¿Los del lagarto? No los de mañana. Despanzurrados en chándal por la ciudad conquistada por Fernando III, que dicen que era santo varón y se las envainaba a los katyushos. ¿Y si la vecinita se llamara Katyusha o Katiuska? Despelote total. Desde la cocina todos a mirar… por la ventana. Y es que la naturaleza tiene eso… desmelene, desarme, desnudez y hasta demencia… que no clemencia.
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