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2008El rólex
Son las 9 de la noche. La redacción sólo presenta un lejano ruido de unidades informáticas encendidas. Laten como corazones de platino. Ahora es la moda. En vez de tabiques, corazones.
Los zíngaros del desierto hoy pasaron por aquí. Yasmina, su bailarina, cautivó a toda la oficina. Todos dejaron de trabajar. Batiatto se cambió varias veces de nariz. Todos dejamos de oler. Y ella, giraba, giraba y nos hacía girar a los que nos bañamos en unos extraños ojos azules. Alguien gritó desde el final del salón: ¡Esto no es Irlanda del Norte!
Desperté. Pese a estar en Babia, me habían ventilado mi rólex. No me sirvió de nada ir a Suiza a desengancharme. Todas las noches me chutaba jazmín en vena.
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