Nueva York literario

Ideal 18 marzo 2009

Dicen que es la ciudad que más veces ha aparecido en películas. No sé cuántas se ruedan al día entre las cuadrículas de la Gran Manzana. Nueva York desde luego impresiona, siempre. Y si hablamos de cine y literatura, ya las referencias son por miles. Este mes la revista Esquire, a la que por cierto recomiendo suscribirse si quieren estar a la última (tendencias, moda, ocio, lecturas, personajes, etc…) en casi todo -ellas y ellos-, dedica un amplio reportaje a las novelas que esta indescriptible ciudad, a lo largo de estos dos siglos, ha inspirado a escritores de todos los tiempos.

Cierto es que no podemos obviar que la historia de Estados Unidos va vinculado a la historia de Nueva York, y viceversa (p ej. 11-S). Perno no es menos cierto que Nueva York, como el caso de Londres o Berlín, no son el reflejo de sus respectivos países. Son ‘ciudades-estado’ en la versión helénica del término. Allí nada es como en el resto.

De todas las referencias literarias citadas me quedo con unas cuantas que, desde luego, cualquier lector que se precie, ha debido, debe o deberá tener en su mesita de noche, maleta veraniega, descansillo en el reservado…

Son imprescindibles, Manhattan Transfer de John Dos Pasos; la inolvidable Desayuno en Tiffanny’s de Truman Capote o la inigualable El guardian entre el centeno de J.D. Salinger con un Holden Caulfield que todos tendríamos que tener alojados en el pisito de nuestro corazón.

Si nos vamos por la versión literatura con aplicaciones a la gran pantalla, podemos elegir El talento de Mr. Ripley de Patricia Highsmith que inspiró al ya fallecido director Anthony Minghella o la terrorífica American Psyco de Bret Easton Ellis que nos dejara brazos y piernas seccionados con aquella sierra mecánica que tan bien manejara el demoníaco Christian Bale (el actual Batman).

Y por último, un libro que tengo aún pendiente pero que ya está adquirido: Brooklyn Follies de Paul Auster, publicada en 2005 que cuenta la historia, mezclando realidad y ficción, de Nathan Glass, de 60 años, que vuelve a Brooklyn después de que su esposa lo haya abandonado. Se ha recuperado de un cáncer de pulmón y está buscando un lugar tranquilo para morir.

Si el lector se anima a leer con interés estos libros y luego repasa algunas de las películas o series más memorables sobre «la ciudad que nunca duerme» tendrá la sensación al bajarse del avión en el J.F.K., que, en realidad, nada es nuevo. Todo es conocido. Todo se relaciona. En Brooklyn o Manhattan, siempre hallas una equina, un parque, una avenida, un semáforo que lo reconoces porque, o lo has leído, o lo has visto. Sin duda, la mejor forma de hacer turismo, y barato, es leer. Pero convendrán conmigo que Nueva York, le pese a quien le pese, es una de las ciudades más enigmáticas, literarias y cinematográficas de nuestro planeta. No se la pierdan.