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2009On vs Off
Pensarán los lectores… Ortega está sufriendo un ataque con manifestaciones disgráficas por el latinismo anglicado del titulín de este artículo. No se preocupen. No es así. Sí por mi disgrafía -que no se ve aquí-, pero es que hoy voy a tratar esos aspectos tan nuevos que nos ha traído la sociedad de la información. Aviso a los clásicos como Papá, que estos neologismos, anglicismos o barbarismos no le molan nada. Pero como mañana cumplo 40 palos, seguro que me perdona. Él y los que son como él. Nuestra lengua evoluciona tan rápido como nuestra sociedad. Antes sólo veíamos el «on» y el «off» en los enchufes de los hoteles, en la teles más modernas o en los transistores Sony. Y todos lo entendíamos. «ON», encendido. «Off», apagado. Algo así,«mutatis mutandi», ocurre con la sociedad de la información. Nos hemos acostumbrado al mundo «on line», mientras el «off line», es otra cosa. Me explico, no vaya a ser que empiecen a oírlo con demasiada frecuencia y un día les saquen los colores porque estos términos les suenan a tranca de Fino Quinta.
A mí, sin ir más lejos, por miope y voyeur, me ponen las versiones «on line» de Marilyn Monroe y Pamela Anderson. Ambas, manifestaciones icónicas de la sensualidad y sexualidad femenina. Cada una en su estilo. Pero en el mundo «off line», la Monroe para mi desgracia, cría malvas desde 1962 y la otra, Pam, no tiene tiempo de que le dibuje con mi índice lleno de cremita, un corazón en su espalda de vigilanta de la playa.
El dinero «on line» lo representan, por ejemplo, esas anotaciones que vemos reflejadas en las pantallas de nuestros ordenadores cuando miramos los tiritones que pega la cuenta bancaria. Pero se vuelve «off line» cuando llevamos la manteca en la faltriquera.
Un libro «on line» se descarga desde Publicatuslibros.com y se lee en los«ereaders». Un libro «off line» se compra en la librería y se lee en la cama o en la biblioteca mirando despistado las bellas piernas de la bibliotecaria.
Es decir, que ya todo tiene su versión «on line». O mejor dicho, la que puede verse, oírse o sentirse desde un ordenador, mientras que la «off line», es la que puede disfrutarse con los cinco sentidos, sobre todo el tacto, porque hace referencia al mundo real. Como todo, cada cosa tiene su lado bueno y su lado menos positivo. Pero mi consejo es que se sepan distinguir y elegir en cada momento. Es excelente conocer «on line»los entresijos con Google Earth de Sydney o los milimétricos detalles del Museo del Prado. Pero desde luego, es mejor un beso, una caricia, un abrazo o un aroma en su versión «off line». Se lo aseguro.
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