Pajas mentales

Mal de muchos, consuelo de tontos

Refranero español

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El sol, como cada mañana, salía para iluminar el rincón más oscuro de la habitación. De hecho, para evitar el despertarse tan temprano, Luisa había confeccionado unas cortinas de plástico opacas. Luis, al ser domingo, dormía. Dormía como siempre; dormía como los últimos treinta años. El domingo era siempre la mejor excusa para dormir. Tres decenas de años viendo partidos de fútbol cada sábado: primero en blanco y negro; luego en color; más tarde en palcolor; llegó la pantalla cuadrada, el LCD, el plasma… y al final, el móvil. Luis, cada sábado, desde hacía tres meses, veía sus partidos de fútbol en el teléfono móvil. En el descanso, aliviaba sus subidas de testosterona, con la mano izquierda. Los papelitos alrededor de su glande lo delataban al irse a la cama. Luisa era la testigo silenciosa de aquella situación.

Sin embargo, ella sabía que no era la única. Sus treinta vecinas salían cada domingo a la ventana del patio interior para comentar la jugada. Treinta jugadas calcadas, clonadas hasta la última brizna blanca. Aquellas mujeres, que parecían desconsoladas, supieron que otras ¡treinta… mil! vecinas de su pueblo sufrían el mismo mal. Y así, hasta que un día, el Centro de Estadísticas Nacionales hizo públicas las estadísticas: en aquel país, cada domingo, treinta millones de mujeres desayunaban solas por las pajas mentales de sus compañeros.