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2009Pekeños
Son voces que se disipan en el aire.
Corazones que palpitan al ritmo del no pasa nada. Saltan, bailan y hasta brillan en la más oscura de las noches. No piden nada a cambio. Sin embargo, dejan siempre silencio. Tras su luz, no hay sombras; hay ausencia de sonidos, de matices y hasta de vida. Son pekeños seres vivos que llenan infinitos agujeros espaciales con sólo respirar las letras que componen cada uno de sus nombres, sus olores, sus divinos trazos de piel que día a día, como serpientes, se dejan en la ducha… porque crecen. Un día desaparecerán y al final, no nos acordaremos de sus caras.
Y ante este silencio ausente, buscado, epitafio de la distancia, me dejo arrullar por un periódico viejo al que pego mi pecho como ese ciclista que baja a tumba abierta del pico más alto.
Un piano, ahora, marca un pentagrama vacío: el vuestro cuando no estáis.
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