05
2010Runner´s blue
Diario IDEAL, 5 mayo 2010
Ha querido el destino que en un crossbooking con mi amigo Juan Fernández, que haya caído en mis manos el libro de Murakami, Hashiru koto ni tsuite kataru toki boku no kataru koto o lo que es lo mismo De qué hablo cuando hablo de correr. No es casualidad. Juan comparte conmigo muchas inquietudes y aficiones; una de ellas, es la de correr. Le debo más de lo que imagina. Cuando el año 2009, decidí afrontar mis cuarenta años haciendo algo diferente en mi vida, comencé el mismo día 1 de enero recuperando mi vieja afición a practicar deporte. Me arranqué con la bici pero rápidamente llegó la San Antón. Tres días escasos de entrenamiento y la superé con tanta ilusión, esfuerzo y recompensa que mostré por todos los lugares posibles mi enorme satisfacción por el logro de haber llegado -y muy bien- a la meta. Es la meta del corredor de fondo, afirma Murakami, no ganar, sino llegar a la meta. Así fue. Pero allí estaba Juan que afirmó ‘si has corrido la San Antón con tan poca preparación, correrás la media de Málaga’. Se refería a la media maratón. Más de 22 kilómetros. Jamás hasta la San Antón de 2009 había corrido una carrera. Pero la experiencia fue tan anímicamente salvadora que hasta la presente no he dejado de correr. No sé cómo discurrirá el libro de Murakami… -sólo llevo unas páginas que ayer combinaba con la espera en La Sexta para ver a Bere Casillas-, pero desde luego ya sé que comparto con él, como con otros millones de corredores ‘populares’, mucho de este deporte.
Entreno solo. Me gusta hacerlo así. Siempre entrené en bicicleta solo. Igual que la natación. Tal vez me gusten este tipo de deportes donde lo importante no es si ganas o pierdes, sino que tú te superas cada día, ya sea en distancia, en tiempo o simplemente, porque nos gustan los retos, superarlos y así sentirnos más equilibrados. Como lo es escribir.
No oculto que el correr me ha disciplinado mucho. Hallo paz interior cuando lo hago. Pienso mucho en esas largas trotadas, ahora que me impuesto el hacerlo superando la hora diaria. Me siento activo y ‘endorfínicamente’, casi, con sobredosis. Además, ante tanta podredumbre pública, política, social y económica que corroe nuestra inane sociedad, me templa los ánimos y me sirve, además, como escapatoria reflexiva, llegando a lo que se conoce como la tristeza del corredor -runner´s blue- que en mi caso, no es por mi decadencia física, si no por la decadencia que estoy viviendo y que apenas me ofrece un atisbo de esperanza, sobre todo, pensando en mis hijos.
Ya he corrido mucho; muchas carreras y en los lugares más pintorescos de España. Me me queda muchísimo por hacer; eso es lo que más me motiva. Ahora que cada día pienso en hacer las maletas para exiliarme de este fétido país -al que ya no conozco y en el que no me reconozco- preñado de vividores, mentirosos, tramposos, ganapanes y demás epítetos despectivos, al menos, sé que correré fuera de estas fronteras y eso, más que la distancia que ponga respecto a esta tierra, me estimula mucho más, porque al fin y al cabo, una sociedad enferma -como la nuestra- no mejora con médicos que no han acabado ni el bachiller y que poseen un acerbo de nula producción intelectual. Esto se llama dignidad; la mía, la del corredor popular de fondo, la conservo. La otra, la he perdido por acción y por omisión. Así que sumo kilómetros a mis piernas y gestiones administrativas para huir de aquí. Y esto no se aprende en dos tardes, querido lector.
Comentarios recientes