Pablito Tovar -que suena casi como toolbar– , ese niño que trabajó de hamburguesero en los Unite Estates… pero con el defectillo de ser abogado de Derecho, se nos casa. Y para ello, el tío listo, se buscó – o lo eligieron- hace ya unos mesecillos a una matrona guapísima, simpática, lista también, llamada Esther.

Pablito fue discípulo leguleyo en épocas multauteras en las que Maricomplejines buscaba soluciones a su identidad sexual, pagando sus frustraciones o desorientaciones con paseos y cagadas varias.

Este sábado nos agasajó a una buena maripandi en la Casa Riojana de Madrid y luego copeteamos -sólo tomé tónicas- en un garito de Prícipe de Vergara, hasta altísimas horas de la madrugada. En mi mesa, Javi, Nuria, Carlos y Lucía. Todos, ellos y ellas, excelentes amigos desde hace un buen puñado de años.

En la foto falta Carlos… pero es que este leonés es así…