¿Un beso?

¿A qué sabe un beso? Los hay de pie, sentado, tumbado, boca arriba, boca abajo. beso de tornillo, pikito, breba, de mordisco, con lengua, sin ella. Beso, largo, corto, intermitente. Mojado o seco. Entre dos, tres o cuatro. Entre uno y una; una y una; uno y uno. Todos suman dos, como los labios: dos por dos cuatro. Aunque a veces hay seis y hasta ocho labios. Unos hablan, otros se comen, otros se saborean. Todos los labios tienen alguna historia. Se pintan, se les dan cacao; se resecan, se agrietan y hasta tienen vida propia con los herpes, las fiebres, las pupas… pero se curan. Como la vida. Curativa lavativa. De lavarse bien para luego oler mejor. Nada de halitosis que canta el boquino y eso no le gusta a esos labios que se pegan a un cristal, un espejo  o al culito de un bebé. Besos fríos. Besos calientes… y calentorros… sí, casi viciosos. Una despedida: labios pegados a unos dedos. Una bienvendida: labios pegados a carrillos, mofletes, cuellos, más labios o simplemente, un beso al aire. Como cuando duermes destapado. Se te quedan los cachetes como los casquetes polares: ¡resfriándote!. Y entonces el moco te irrita el bigote y nadie quiera darte besos. Por eso, me quedo, en el río a ver si me besan. xxx

*Foto: FranÇois Benveniste