Queridos hijos:

Me resguardo en el silencio de mi pupitre para escribiros esta carta, que no será ni la primera ni la última. Pronto estaréis ya manejando estas nuevas tecnologías y gracias a Luis y la revista Viajeros, podréis leer esta misiva que, un día, os escribió Papá.

El destino, al que tantas veces aludo en todos mis escritos, es tramposo. Nos deja jugar con ventaja y sin embargo, luego nos engaña. Nos hace enredarnos en esa ciudad que llamamos “Modernidad” y casi sin darte cuenta, te deja encerrado dentro de ella. Somos prisioneros de un tiempo que, quizá, nunca debimos vivir. Preferiría haber salido con vosotros al mar y perdernos como los Robinsones de los mares del sur; tener una casa en un árbol y llevar siempre un machete anudado en nuestra cintura. ¿Véis como la ciudad y el destino nos han engañado?

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