Desde Peal con amor

 

 

Diario IDEAL, 12 noviembre 2014

Creo que es la primera vez que escribo algo así ya que siempre uso este tipo de titulillos para mis viajes por el mundo. Esta vez quiero rendir un homenaje a los hombres y mujeres de Peal de Becerro porque se lo merecen. Al margen de consideraciones de otra índole, que por obvias no voy a insistir en ellas, siempre que estoy en Peal me siento afortunado. No sólo por el sincero respaldo que se da a mi trabajo por todo el consejo rector de la SCA Encarnación, con Antonio Trillo, su presidente, a su cabeza. Es que no puedo sino estar muy agradecido por las numerosas y constantes muestras de cariño y afecto que recibo siempre que estoy en ‘mi pueblo’. Y digo mi pueblo porque allí fui donde tenía mi bicicleta, mis amigos, mi chalé, mi piscina y mis abuelos. Sobre todo a Francisco, siempre tan presente en mi memoria y que este fin de semana fue persona de referencias en las mil y una conversaciones que he tenido con las entrañables gentes de Peal.

Un señor de su quinta, la del 22, me dijo ‘¡Ahora sé a quién has salido! ¡A tu abuelo Francisco!’. Esto lo decía en referencia a que soy ‘el que vende aceite de la Cooperativa por el mundo’, ‘el comercial que va a China’, o ‘el que da conferencias sin parar’. Todos estos y muchos más son las frases que anteponen cuando saludo o alguien me hace la introducción en una corrillo de personas. ‘¡Este mes ha vendido más de cien mil litros envasados!’ decía alguien en otra intro, mientras que seguía ‘esto va por buen camino’.

Tras casi cinco años en el tajo del aceite, de la exportación, de la venta, no puedo sino estar muy contento por todo lo que está pasando. Desde aquel despectivo recibimiento en Sevilla por querer hacer lo que estoy haciendo en abril de 2010, a ser completamente ignorado en otros lares por ser demasiado políticamente incorrecto y decir las verdades del barquero ya que mi (nuestra) dignidad no se vende por trescientos litros de aceite, pasando por todos los lugares en los que estado ya, gracias a este enriquecedor proyecto -y los que vendrán-, hace que me sienta muy orgulloso de las gentes de Peal, el pueblo de mis abuelos, de mis raíces, de mis pedales o de mis sacos de garbanzos o de aquellos besos furtivos que le daba a alguna que otra moza de cuyos nombres me acuerdo perfectamente. No tuve ninguna duda en plantear un proyecto empresarial, el de iloveaceite, en septiembre de 2009 a Antonio Torrecillas que lo vio claro desde el primer momento y ahí se sentaron las bases del ambicioso proyecto que estamos desarrollando y del que tan orgulloso se sentiría mi abuelo si viera hasta dónde está llegando el aceite: son ya más de 25 países del mundo. Y mi abuela Cele le daría el coñazo: ‘¡Francisco que no le falte de ná a Fernandillo!’. Con ellos nunca me faltó de nada y como decía ese señor de más arriba ‘¡qué buen bocado de pan os ha dejado vuestro abuelo!’.

Sí, un buen bocado de pan, pero ganado con el sudor de su frente. Desde aquella tienda de telas, pollos, huevos, pasando por ser mayorista de garbanzos, los solares, el trigo, etc. Un niño que evitaba el latrocinio de los ‘guardias de asalto’, con apenas unos años, arriesgando su vida entre Albox, la sierra de Tíscar y Peal, para llevar a su familia, gracias al estraperlo, un bocado de pan. Eso si era un bocado de pan. No lo de ahora. Porque ahora, desde Peal, reivindico su gran legado, en valores, esfuerzo, algo tan demodé en todo lo que nos rodea: el legado de no rendirse jamás, el de emprender, el de ser honrado, el de dar la mano y que eso sea palabra de hombre, a no tener deudas -y si las tienes, a pagar en tiempo y forma-, a mirar a las gentes a los ojos mientras que hablas, a no dar calladas por respuestas o militar en la genuflexión y decir siempre la verdad sin que tu dignidad valga menos que la de cualquier mierda que se cree algo en esta vida sin haber dado palo al agua. Estos valores, los míos, los que intento que mis hijos lleven en su sangre, se lo debo en gran parte a él y a cómo se forjó en Peal donde todo el mundo guarda un grato recuerdo de su paso por este pueblo. No es poco que nadie tenga nada que decir, incluso con los que tenía grandes diferencias ideológicas y, sin embargo, eran tan amigo a la hora de ‘la liga’.

Ahora que escribo desde esta sentida y emocionada posición, recojo aquí el testigo de él, una vez más, de su pueblo para escribir, otra vez más la frase que siempre me ha acompañado como lema en mi vida: ‘levántate temprano todos los días a trabajar, que lo demás vendrá por añadidura’. Certifico que es cierto. Me lo enseñó un hombre de Peal. Y lo practico. Y las gentes de Peal lo saben. Pero esto es sólo el comienzo.

 

PD: Foto con mi abuelo Francisco. Si nací en febrero de 1969, eso debe ser verano de 1970.

 

Desde Peal con amor