El minarete

Levantado observo el horizonte.
A mi espalda, el pasado.
En mis brazos demasiadas grietas.
Los ojos casi secos y mi boca apunto de cerrarse como la lápida
que cayó junto al dique de las desdichas.
Las cadenas se van rompiendo
y los cánticos se oyen a la lejanía, casi mudos.
Ahora, de rodillas, miro al sol.
Deslumbrado, me ciega la visión; la mente agotada.
Es hora de aprender a volar.
Las flores llegarán por correo con el aviso de "return to sender".
Abajo, la altura.
Salto