Aquel puente era rojo. O no.

Aquel puente lo imaginé de un color y tú lo viste de otro. ¿O fue al revés?

El puente lo crucé una mañana en busca de Lucky Lucke y cuando te tocó a ti, era Tim Burton el que te espera al final del pasillo metálico. ¿O era Eduardo?

El Llanero Solitario me enseñó que los sueños puede ser tan blancos como su caballo y tú los caballos los llenas de lunares. ¿O son besos?

Este puente es señal de que al final siempre hay salida y tú la salida siempre la muestras con una flecha de dirección obligatoria. ¿O es prohibida?

Tras todas mis preguntas, tus dudas, mi ojos, tus colores, el puente sigue donde estaba.

Es verde. Y tú lo viste rojo.

Y este puente que todo lo une, no es de salida ni de entrada; es sólo un puente de bienvenida.

Un puente compartido en el que tú, sin querer, escribes como las orillas no están separadas.

Tan sólo atrapadas en un movimiento rápido de tu lápiz

#welcometoyourdreams

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*Pocas personas conocen de cerca el proceso creativo al que sometemos muchas de nuestras manifestaciones plásticas ya sean en formato, letra, imagen o sonido. Sólo los que estamos implicados en ello, conocemos de esa transformación hasta que los receptores lo procesan y los hacen suyos dejándonos, en parte, huérfanos.

Tengo una extraña conexión creativa con Maria José García, una artistaza, se mire por donde se mire, que acepta con entusiasmo mis juegos malabares. Ya lo hizo con ‘Some kind of madness’, con aquel campo de amapolas y ahora ha reinterpretado uno de los puentes que más me inspiran: el de la entrada a Columbus (Texas). Este, ‘su puente’, tendrá letra, pero mientras llega, os dejo en una instantánea cómo la misma imagen se puede ver de diferentes formas, maneras, colores. Las cosas son pero las personas las transformamos para hacerlas nuestras.