Entre en mi isla

Odiseo buscó durante años, Ítaca.

Esa herencia, tras cientos de años, ruge por las venas de nuestro cuerpo deseando llevarnos a todos, unos más que otros, a la isla.

Lástima que los cantos de sirenas de Modernidad, hayan dejado a tantos navegantes naúfragos de destino e ilusión. Han preferido perderse entre asfalto y bombillas de puticlubs rojas, donde trabaja Magdalena, la más puta de todas la señoras y las más señora de todas las putas.

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