Epítetos que me motivan

 

 

 

 

Diario IDEAL 26 septiembre 2012

No recuerdo en todos los años que llevo escribiendo para este diario que una columna mía tuviera tanta repercusión. Eso significa que la marca diario IDEAL es sin duda marca de garantía. De hecho, en relación a mi artículo de la semana pasada ‘Han asesinado la provincia’ también ha supuesto que en mi blog ‘Vagamundos’ (www.fernandortega.com), donde lo cuelgo, haya tenido récord de visitas en un sólo día. A esto añado los comentarios en redes sociales y los viajes que el enlace ha tenido en diferentes soportes. Todo me hace pensar que hay muchos/as que piensan, ven y sienten lo que decía en él.

Sin embargo, como el halago debilita, también he recibido críticas. Y éstas son las que me motivan aún más. Y digo que me motiva porque el fondo -y en la forma- he pinchado hueso. No quiero crear estados de opinión. Faltaría más. Sólo uso esta columna con el único propósito de escribir lo que pienso. Y se puedo, o no, estar de acuerdo con ello. Punto. Para crear estados de opinión hacen falta maquinarias multicanal que desde luego no están a mi alcance. Para eso ya tenemos sonados ejemplos en esta provincia, en esta región, o en este país.

No haré referencia a epítetos como ‘mierda, demagogo, opinador barato, mandíbula de cristal’ que son fruto de un escaso manejo del diccionario de la RAE. Lo que más me ha gustado es que me llamen ‘facha’. Ahí quería llegar. Lo sabía. El pequeño Stalin dá señales de vida. Y cómo me gusta que sea así.

Curiosamente la primera vez que me llamaron ‘facha’ fue en un bar de ‘batasunos’ en Pamplona. ¡Facha, puto guripa! Y me escupieron a la cara. Era el año 1990 y yo un simple estudiante que, desafiando al bien y al mal, me colaba con unos amigos en estos garitos donde la cerveza era muy barata. Pero si te pillaban, acento andaluz en ristre, escupitajo y ¡facha!

En 2005 cuando mi vida hacía aguas en lo personal y en lo profesional, viví unos meses en Cataluña. Allí coincidí en algunos debates con el famoso ‘Estatut’. También fue llamado ‘facha español’ y ‘¡otro facha andaluz!’. Lástima que el hecho de conocer profundamente la Constitución Española te de argumentos más que suficiente… pero… era otro facha de los muchos fachas que hay en Cataluña.

La verdad que este paupérrimo epíteto, siempre se suele usar cuando el/la que lo dice tiene una escasa, limitada batería de argumentos y lo simplifica todo con él, pretendiendo no calificarte, sino insultarte. Evidencia, además, una enanura mental ya que, a falta de ‘motivos’, se acude al minimalismo facilón, sectario, vago, caduco y demodé usando el ‘facha’. Y añadido a ello, se demuestra que el/la que te tacha de ello al ajeno/a, tiene una ignorancia supina de lo que ha ocurrido y ocurre en el Mundo en los, por ejemplo, últimos 400 años de Historia social, política, económica, etc., gracias a su pesada, visceral y endogámica hipoteca ideológica.

Pero me temo que no todo eso es suficiente. Yo soy un facha porque me gustaría ver en mi provincia un millón de turistas al año como tiene, por ejemplo, Ronda. Soy muy ‘súperfacha’ por querer que en mi provincia en vez de presumir de un 40% de paro, sufriéramos con el 8% que a los norteamericanos les quita el sueño. ‘Refacha’, más que facha, por desear que mi provincia fuera líder en Andalucía -me conformo con eso- en creación de empresas. Soy asquerosamente facha por pensar que si pierdes tus elecciones municipales no te mereces un cargo porque sí, porque el partido lo dice. Y soy un ‘ultrafascismo’, o más allá, por estar en una provincia líder mundial en producción de aceites de oliva donde se estrenan museos -vacíos y cerrados- dedicados a tan noble producto, o porque la estructura pantagruélica de lo público no se mantiene sin un sector privado -inexistente- que lo pague. Y mi amor por lo ‘maxifachoso’ llega a lo orgásmico, cuando encima se me ocurre opinar, negro sobre blanco, sobre ello en Jaén, y en un diario que seguro que es ‘megafacha’ porque acoge a ‘híperfachas’ entre sus columnistas.

Es tan decrépito, aburrido, trasnochado, triste, soporífero, insignificante, exiguo, ridículo, insolvente o manido este epíteto, que no requiere más argumentación literaria e intelectual por mi parte. Supongo que al ser un ‘monofacha’ mi cerebro sólo piensa en una cosa. En seguir viendo como mierdas, demagogos, opinadores baratos, fachas, van por el mundo teniendo que justificar que uno es y representa a una provincia que no es ni las cifras, ni el paro, ni el clientelismo, ni el ‘socialsubvencionismo’, ni museos vacíos, ni carreteras inacabadas, ni el cargo político que se usa, se gasta y se presume en mi tierra. Por eso, querido/a lector, estos epítetos, lejos de desactivarme, me motivan. ¡Motivao!