#Goodnewsmeeting

 

 

Diario IDEAL, 15 abril 2015

 

Es lunes y así, como si de otro lunes cualquier se tratara, arranca la jornada en Put It Out, la empresa que me acoge esta semana en Londres para ponerme al día de lo que ocurre en el mundo del ecommerce, innovación y tendencias empresariales. Venir a Londres siempre es gratificante. E incluso familiar. Ayer saludé a Natalia, jiennense emigrada que cuando la conocí trabajaba en una tiendas de grifos y azulejos de cuyo nombre no quiero acordarme y que ‘nos despidieron a todos’. `¡He tardado tres semanas en encontrar trabajo en Londres… y con mi nivel de inglés!’, me decía azorada por la alegría de estar currando. Así que es otro motivo para venir a Londres. Hay trabajo. Mucho trabajo. En Berwick Street, calle que se hizo famosa gracias la portada de un disco de Oasis, en pleno Soho londinense, se respira híperactividad. Me encanta mirar a la gente; las gentes. Diferentes culturas, colores, olores. Es mágico. Es indescriptible. Una extra sensación lisérgica de extrema libertad. Nadie mira a nadie. Nadie juzga a nadie. Todo es posible. Me encanta esa sensación. ‘Se busca personal’ en casi todos los locales…

Me detengo delante de un escaparate que me llama la atención. Soho Bikes. ¿Una tienda de bicis donde te puedes tomar un café? ¿O una cafetería con bicis? Lo primero. Y reparar tu bici. Y organizar eventos. Mestizaje. Puro y duro mestizaje que es lo que enriquece a las personas y a las culturas. Estoy deseando ver esto en España. O montarlo. O mejor no. En España ser un ser mestizo en estos de los negocios es una rara avis. Mejor que lo público lo menee todo. Yo aquí no veo ni el más mínimo atisbo de ‘lo público’ por ninguna parte. Normal. Aquí se pagan muchos impuestos y, lo que menos desean todos los currantes de esta ciudad, es tener que pagar a unos indescriptibles cleptómanos de ‘lo público’.

Es lunes. Y como es el primer día de la semana no podemos arrancar con malas sensaciones. Nos convocan al #goodnewsmeeting. ¡Coño! Una reunión donde sólo se comparten buenas noticias. Los de ventas comentan sus proyectos y qué cosas buenas han hecho o van a hacer. El resto deja sus tarjetas sobre la mesa y el azar hace que uno de ellos cuente durante quince minutos algo bueno de su vida. Lo que quiera. Además, la persona elegida está esta semana invitada por la empresa a comer con otro compañero que ella elija. De esa forma siempre, todas las semanas, dos trabajadores, comen juntos y por cuenta de la empresa. ¡Simplemente, ingenioso!

No conozco a ninguna empresa que lo haga en nuestro país. No conozco a ningún jefe que se reúna con su equipo con el único objetivo de empezar la semana con buenas noticias. No hay tiempo que perder en malos rollos. Porque, incluso, en las penurias, dificultades, reveses, siempre hay opción, oportunidad, chance para compartir las cosas buenas que nos pasan a diario, porque nos pasan cosas muy buenas a diario, lo único que no estamos acostumbrados a compartirlo. Claro, en España, ya nacemos con pecado. Somos culpables desde que nacemos. No hemos venido a este mundo a triunfar. Llegamos para pedir perdón y que se nos absuelva.

Joder, menuda mierda de invento. No quiero que eso pase más. Nacemos libres de toda culpa y nuestra obligación es ser felices. Así lo dice la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América ‘(…) todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destructora de estos principios,el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que base sus cimientos en dichos principios(…)’.

¡Qué bien suena! Era 4 de julio de 1776. No hemos cambiado tanto. ¿O sí? Cuando naces para ser libre y feliz, como algo inalienable, el destino te marca de forma diferente que si naces culpable y con la obligación de pedir perdón. ¿Perdón? ¿Por qué? El origen de nuestro atraso está en esto. En España deberíamos poner punto y final a tanto pedir perdón (por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa) y exigir que ‘cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destructora de estos principios,el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que base sus cimientos en dichos principios’. Pero, claro, esto es ser anglosajón. Ya me lo dijeron hace años.