Jaén ha muerto; ¡viva Jaén!

Ideal 11-03-2009

He cambiado lo cambiable de esta vieja cita francesa que anunciaba la llegada de un nuevo rey, para usarla como título de esta columna. Uno que ha vivido cuarenta años en comunidades tan dispares como Andalucía, Cataluña, Madrid, Navarra o la Comunidad Autónoma Vasca, que ha dado con sus huesos en países tan distantes como Túnez, Grecia, Holanda o EE.UU., que se ha puesto la toga en juzgados tan diferentes como Barcelona, Valencia, Oviedo, Cuenca, Valladolid, San Sebastián o Lisboa, que ha hecho de bancario, jornalero, yuppi, repartidor de folletos, abogado, speaker, ejecutivo de cuentas, director de desarrollo, emprendedor o que igual escribe poesía, ensayo, novela o posts blogueros, cuenta con cierta legitimidad a la hora de afirmar lo que a continuación se dirá.

Y es que acabo de llegar de participar en la II Feria de industrias culturales andaluzas (FICA). Poco, o casi nada, se ha hablado en los medios locales. Quizá los dos representantes de la capital y los compañeros de Úbeda, no merecíamos interés informativo, pese a haber recibido, en nuestro caso -y stand- la visita del Presidente Chaves, la Consejera de Cultura, Rosa Torres, la Directora General del Libro, Rafi Valenzuela, la Directora General de Industrias Culturales, Ana Navarro, la Delegada de Cultura en Jaén, Paqui Company, o por ejemplo, a la actriz Cuca Escribano, al periodista Domi del Postigo, o al mismísimo Jesús Quintero.

En esta feria, una vez más, hemos llevado, enseñado y presumido del nombre de Jaén. Hemos podido demostrar que, pese a esta ciudad repleta de funcionarios crónicos en las tres administraciones, juzgados, bancos, organizaciones empresariales, instituciones feriales, sindicatos, cofradías, sociedades culturales, universidad, etc, etc., hay esperanza por un Jaén que es capaz de levantar pasiones, atenciones, y sorpresas, sin necesidad de caer en la necedad subvencionada, el cainismo capitalino, o en la rancia estirpe del ‘lobbie jaenita’ – uso su ‘palabro’ compañero Tíscar- que se jacta de serlo amarrado a los parentescos del enchufe.

Hemos sido capaces de ser reconocidos e identificados como diferentes, únicos, rebeldes, frescos y en palabras de Quintero, representantes ‘de una anarquía creadora’. Y sin embargo, este esfuerzo, apenas si tendrá una recogida de frutos a medio plazo. Pero no es tiempo de achantarse o resignarse como lo viene haciendo el ‘jiennesino’ que ha cambiado los mulares y las acémilas, por El Corte Inglés y los coches. No. Es tiempo de seguir creando sin límites ni complejos, sin esperar reconocimiento en un pueblo que no lo suele hacer ya que es incapaz de movilizarse por su monumento más insigne, luchar porque su ciudad se incluya en todas las guías y rutas turísticas, o por ejemplo, reventar -con asistencia- actos repletos de historia y trascendencia internacional.

Es tiempo de seguir luchando desde las trincheras de la cultura, la comunicación, el diseño, la creatividad, la ilusión, sin descanso y ayudados por Internet. Y todo, desde Jaén.

Por eso me atrevo a afirmar, amarrado al asta de mi bandera blanca y negra: Jaén ha muerto; ¡viva Jaén!