*Jalouín, no

Ciertamente que no es lo mío. Esta fiestecilla de origen pagano y europea -la gente cree que es norteamericana-, no me mola nada. Y no me mola, porque todo lo que tiene que ver con totusmuertos, como buen andaluz, pues eso, que no me llega. No me llegan sus calabazas, ni sus disfraces, ni su ¿truco o trato?

Y además, se empeñan en acojonarnos este día con pelis donde hay sangre y gritos. Eso lo supo Carpenter desde que puso a la gritona Jamie Lee Curtis delante del cuchillo de uno de los más sanguinarios de jolivud: léase Michael Myers. Y ahora ya lo saben también todos los niños del mundo occidental, ambientados por el canal Disney que les pinta a la excitapúberes Hannah Montana una calaverita en su desnuda espalda. Pese a ello, me ratifico en que jalouín no es mi fiesta.

Pero en honor a la verdad y como descargo a lo dicho con anterioridad, no puedo evitar de la quema a un Un mundo perfecto. El viejo y sabio Clint Eastwood dibuja una América profunda, en el que Costner hace de Butch, un ladrón muy malo pero amigo bueno de Philip, el niño que le acompaña toda la película con su traje de fantasma. Su mamá no lo dejaba disfrazarse en jalouín. Philip disfruta en el techo del coche robado de Butch, hinchándose además a cocacolas, al estilo Forrest Gump.

Es lo bueno que tiene el truco o trato. Y Butch lo sabe.

Aquí, lo que sigue mandando es ir a dar la cabezada a los sacrosantos lugares donde descansa la familia de uno, llenando de gentío, rezos y flores, los blancos cementerios españoles. Y en este caso, prefiero esta opción que la mercantilista jalouín.

* Publicado en la revista digital Comunicando. Octubre 2008.