Justo y su catedral

 

 

 

Conocí la leyenda de Justo Gallego (ver Wikipedia) y su catedral hace años cuando aquello de la era Aquarius (que buscando en Internet data de 2005). Sin embargo, pese a recordar que estaba en la Comunidad de Madrid, no sabía exactamente dónde. Pero eso hoy no es óbice para averiguarlo en décimas de segundo y, este pasado sábado, decidí emprender viaje para conocer la llamada ‘Catedral de Justo’ (véase lo que dice Wikipedia).

Lo que más me impresionó de esta visita a Mejorada del Campo fueron dos cosas por encima de todas las demás; por un lado, verlo a él trabajar con sus manos y, por otro, los aviones. Este municipio tiene un incesante tráfico de aviones que jamás antes había visto (tan de cerca). A Justo no lo retraté porque, por todo lo que leí sobre él y su obra, rehuye de esas cosas a sus casi noventa años y no quise ofenderlo mientras realizaba sus tareas a las que lleva encomendado más de cuarenta años: la construcción de una catedral. Sin embargo, los aviones se llevaron un buen rato de observación y mi atención.

Sé poco o nada de arte, pero su trabajo me impresionó. No sólo es palpable la entrega de su trabajo a su fe, sino que el templo es un homenaje al tesón, esfuerzo y compromiso del ser humano en la consecución de un objetivo aunque la meta te lleve toda tu vida, e incluso, tal vez, no la veas nunca.

La obra de Justo, al margen de gustos, estéticas, colores, interpretaciones, es enorme, gigante, ciclópea. Un hombre solo es capaz de eso y de muchas cosas más.

Catedral de Justo | Fernando R. Ortega | Vagamundos | Fotografía

El futuro templo es imperfecto en sí mismo (sabedor Justo de que la perfección sólo radica en Dios) e incompleto (Dios completó su trabajo en siete días). Imperfecto e incompleto, un monumento a Dios en todo su esplendor realizado por un hombre que se sabe finito (Dios es infinito) pero lleno de amor, amor a su Dios y como dice la inscripción en una de sus esquinas es un ‘templo consagrado a la madre de Dios Ntra Sra del Pilar’.

A mí la Catedral de Justo me invitó ( y me invita) a reflexionar sobre la capacidad del hombre, la fuerza de su inteligencia a la vez que es reconocimiento a que nuestro destino (en el fondo) está en manos de jueces más relevantes.

La obra de Justo y su catedral, me parece digna de admiración, de visita, de reconocimiento, de apoyo y, llegado su momento, consagrarla a su fin como lugar de culto católico.

Pero, incluso llegada esa hora en la que se convirtiera en una verdadera catedral católica, todos los hombres y mujeres que creemos en nuestros semejantes y su poder, debiéramos conocerla y visitarla una vez en la vida y, creyendo o no, rezar y/o dialogar para/con él y que su esfuerzo diario a lo largo de más de media vida, jamás caiga en el olvido.

De ejemplos, como los de Justo, estamos huérfanos en la España de los últimos casi cuarenta años.

‘La vida es lucha. Si no te sientes luchador, considera el apearte’ (Joaquín Lorente)

 

La catedral de Justo ocupa un terreno de 4.740 metros cuadrados. Hasta ahora, la catedral mide 35 metros de altura calculados desde el nivel de cota de la planta baja hasta la altura de coronación de la cúpula. Cuenta con todos los elementos de una catedral clásica: cripta, claustro, escalinata, arcadas, pórticos, escaleras de caracol, etcétera.