Privadamente privado

Me asomo por el agujero de tu puerta para ver como me enseñas a soñar,

cómo imaginar a dónde llevará el río que se te dibuja a lo largo de tu desértica espalda 

partida en dos, en lo más profundo de tu ser.

La privacidad de tu habitáculo cuadradado, es mi vista privada, mi cuarto para dos,

mis aposentos dulcemente acariciables con la mirada a través de ese minúscula entrada

por la salida de tu vida, de tí.

Todo lo que me enseñas es mirable, admirable y delimitable…menos este vulgar agujero que sabe a pan y sal.

Nunca probé una puerta trasera, tan privadamente privada de amargor.

¿Puedo probar otra vez?