TDT off

Diario IDEAL 30 abril 2014

Creo que en alguna ocasión he hablado de ello. Mi consumo diario de televisión debe ser escasísimo porque entre los bodrios de canales que tenemos, el sueño, el cansancio y ese prime-time tan tardío que sufrimos (el más tardío de toda Europa), hace que permanecer ante la caja tonta a diario sea casi tarea imposible. Pero pese a ello, en casa tenemos muy claro lo que vemos. Por orden ganaría La Sexta 3, seguida de Discovery Max, Paramount y Divinity (más los fines de semana por esos programas de reforma casas canadienses). Esta clasificación evidencia una cosa: somos de canales temáticos. Es decir, nos sobran absolutamente todos los generalistas que programan pelis para jóvenes o menos jóvenes un domingo por la noche o que sus deportes se ciñen a la pelota redonda tras la que corren veintidós tíos… por no hablar de los aburridísimos telediarios repletos de bazofia informativa (durante cuatro años sólo había crisis, crisis y más crisis) o los autonómicos, entregados a ensalzar a sus respectivos gobiernos de políticos corruptos. Pero es que en verano, única época del año que accedemos a canales vía satélite por causas que no vienen al caso, ocurre más de lo mismo: canales temáticos. Tal vez en casa somos demasiado cinéfilos. Y en mayo nos vamos a quedar un poco huérfanos porque La Sexta 3 será uno de los canales que se vea afectado por el cierre ordenado por el Tribunal Supremo, no por el Gobierno, como se nos dice en sus anuncios, claramente manipuladores y que ocultan la realidad de las cosas.

Y aquí es donde quería llegar. Este cierre (que desde el punto de vista jurídico conozco de primerísima mano) ha sido ordenado por el Tribunal Supremo que ha anulado el último reparto de canales de TDT que ideó ZP y sus secuaces. Hubo una empresa que se sintió defrauda por el sistema utilizado y ha pleiteado contra esa cabildada, resultando que, el más Alto Tribunal español, recurso tras recurso, ha resuelto anulando dichas concesiones porque, simplemente, el consejo de ministros de ZP de 16 de julio de 2010 se saltó a la torera, las normas. Durante todo este tiempo, las cadenas y grupos de comunicación afectados, a sabiendas de que esa concesión había sido una cacicada, ha hecho mutis por el foro y ha barrido para casa. Sin embargo, mira tú por donde, todavía en España queda gente con dignidad y está dispuesta a llegar hasta el final para evitar que esto se quede durmiendo el sueño de los justos.

Todo esto, pese al cierre de canales temáticos que tanto nos gustan en casa, nos obligará a optar por algo que ya es una realidad y que, antes o después, se comerá al actual panorama monopolístico ‘de hecho’ de la información y programación en televisión, y no es otra cosa que la tele por Internet. Se habla mucho de ello pero no parece aún que esté despegando. Pero no tardará. Y no tardará porque los nativos digitales, mis hijos por ejemplo, ya tienen otra forma de entender la gestión de contenidos. No conciben informativos con la exaltación a los altares de una ‘lideresa’ que no sabe casi ni hablar o que por narices haya que deglutir minutos y minutos monotemáticos sobre los interminables e infinitos ‘partidos del siglo’ o que, a veinte minutos de que se acabe una peli, haya diez cortes con ‘volvemos en siete minutos’.

Internet desde luego no necesita que se reparta el espacio radioeléctrico entre los amigos del gobierno rojo o azul, ni que los consejos de ministros se salten las normas como el que se salta una cola por su obvia mala educación, ni que las taifas santifiquen las fiestas regionales como si fueran el 4 de julio aunque al pueblo le sude el escroto tal efeméride.

El actual sistema está tocado de muerte. Y cada día soy más consciente de ello. He tenido por unos días la posibilidad de usar una tableta. Durante esos días, mi tiempo de relax en el sillón he obviado la tele. He consumido el contenido que ese momento me apetecía: si un vídeo musical, si un artículo, si info sobre fotografía, etc. Es la libertad de elección. Es la libertad de información. Es la libertad de construir mi propio entorno informativo sin que me lo planifiquen o me digan con mensajitos que eso o aquello es lo que que hay que hacer porque el gobierno lo dice, aunque sea mentira.

Que no te engañen, querido lector. En el caso del cierre de los canales de TDT no es el Gobierno el que lo ordena, sino una sentencia judicial de Tribunal Supremo y el gobierno, no le queda otra que acatar la sentencia y la ejecución de la misma (o sea ‘el imperio de la ley’), algo que, obviamente, evitó la nada intelectual que engendró dicha situación. De todas formas, si cada día ves menos la actual tele, no pasa nada. Tu salud, la mental, te lo agradecerá.