Un traslado necesario

 

 

Ignoro la fecha en la que empecé a usar Facebook. Tantas cosas han pasado que he sido incapaz de encontrar el día en el que subí mi primer dato. Lo que sí sé que es cierto es que mi perfil personal ha generado un archivo de 348 megas. Pero todo es nada, ahora, que he decido que ese perfil personal ya no es importante.

Ese escaparate debe ser ocupado, en tiempo y forma, por otro, el estrictamente profesional. Creo que en la vida se cumplen ciclos. Y yo, sí, soy muy cíclico. De lo contrario jamás hubiera cambiado, evolucionado, girado, siempre en búsqueda de lo que me fascina, me atrae, me motiva.

Largo ha sido este camino. Larga ha sido la decisión. Largas han sido las tardes, calurosas de este mes de julio, recopilando, ordenando, gestionando. Largas las salidas por caminos y calles para que, al compás de mis pisadas, insertar una nueva carta de navegación a mi vida, mucho más pragmática, efectiva, útil y discreta.

Fue julio de 2005 cuando, con una pistola en la sién, en Lisboa, mi vida girara para siempre. Fue Julio de 2009 cuando otra vez giró, cuando la marea alta creada por la gran estafa remendona se llevara por delante muchas horas de trabajo, ilusión, risas, y nuestra isla, desaparecía para (casi) siempre. Y es julio de 2015 cuando vuelvo, de nuevo, a virar.

Mis objetivos vitales y profesionales siempre pasan por cambios de timón en la eterna búsqueda de Ítaca, la verdadera, la singular, la lejana, la inalcanzable.

Pero releyendo ‘mutatis mutandi’ los versos del poeta, lo apasionante no es llegar a la arena de la isla, es todo el viaje necesario para tal fin. Y en ese viaje me hallo. Con mis maletas siempre listas, hoy arranca este nuevo trayecto.

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