En el ‘pier’ de Malibú

Diario IDEAL, 28 agosto 2013

Esta mañana no he esperado a que salga el sol para acercarme hasta este lugar. Ver amanecer es siempre un espectáculo digno de ver porque los colores que se dibujan en el horizonte son difícilmente reproducibles en otra época del año. El ‘pier’ es, sin duda, un lugar ideal para ello. Aquí llaman así al muelle. Malibú como otras miles de playas en todo el mundo, lo tienen. Estructuras de madera que vuelan sobre las olas para ofrecer al visitante, al caminante o al simple observador momentos únicos e irrepetibles.

En mi recorrido me he cruzado con Pam. Estaba paseando a sus perros y la luz de las farolas de su calle, por las que paso a diario, han coqueteado con sus curvas y no he podido evitar fijar mi mirada en sus pezones. A esta hora ella pasea libre de paparazzis y casi de ropa. La saludé cordial y crucé un delicado ‘buenos días’ y ella me devolvió un ‘buenos días vecino’ cargado de erotismo en cada una de sus letras. No todo los días se saluda a una conejita.

Un poco más adelante, y sumido aún en mi sueño con la ‘cover de Playboy’, un mito tan alcanzable a estas horas de la mañana, he saludado a Melanie, que venía de comprar en el Jack´s Store, una botella de bourbon. Su tapón negro la delataba pese a la bolsa de papel. El cigarrillo encendido me ha permitido identificarla ya que a cada larga y profunda calada, le seguía una llamarada roja que me ha dejado ver su cara, sin maquillar, nívea y cansada. Otra agotadora noche de trasiego y desencuentros con Antonio. Pero no deja de sonreírme. Se detiene ante mi y me pregunta la hora. Respondo y ella me devuelve un sincero y sensual ‘thank you sir’. Pese a su ajado rostro sigue despidiendo ese irresistible aire de mujer fatal. Me quedo con ganas de besarla. Esos labios impregnados en nicotina…

El paseo me estaba sorprendiendo. Si llego a saber que a estas horas es tan fácil cruzarse con tanta celebrity, desde luego habría madrugado cada día. Sin salir aún de mi asombro, es el diminuto Tom(apenas si roza el 1,68) el que se cruza conmigo escondido tras una enorme gorra en la que lleva las letras