Canícula

Tiempo del nacimiento helíaco de Sirio, que antiguamente coincidía con la época más calurosa del año, pero que hoy no se verifica hasta fines de agosto

RAE

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¿Quién dijo que las aceras no teníamos vida?

Tenemos vistas privilegiadas. Sabemos quien pisa chicle, quien no renueva las tapas gastadas de sus tacones o quien porta un enorme agujero negro en sus suelas.

Además, ayudamos a que no atropellen a los peatones o, simplemente, te permitimos caminar en libertad. Los niños no se pierden con nosotros; facilitamos tertulias y hasta descanso para mirarse en los escaparates. Por no hablar de lo que le ahorramos en bolsas a esos amos que permiten a sus canes depositar sus delicados detritus en nuestros morros. Toda una costumbre social de (in)civilización.¡Pel(rr)illos a la mar!

Pero lo que más me gusta de ser acera es que, llegada la canícula con su billete sin retorno, hacen que se derritan mis adoquines por ver tanta gomita arcoiris tanguera que corona los arcos que se dibujan entre la distancia que separa a las féminas rodillas.

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