He soñado

 

 

 

Diario IDEAL, 10 abril 2013

Cuaderno de bitácora: día 3

El viaje hacia el planeta Verde sigue tranquilo. Pero algo ha sucedido. Esta noche (siempre es noche), en las horas que la tripulación dedicamos a dormir, he soñado. He conseguido distinguir imágenes en color -aquí todo es en blanco y negro- y añadirles sonidos. Esta misión dura ya más de 1857 días. Los otros dos comandantes y los tres astronautas, duermen.

El sonido del sueño es algo que rompió el suave runruneo de los motores de nuestra nave. Ahora, solo, mirando por la escotilla de babor, con una inmensa espesura de «negror» ante mi, salteada con destelleantes puntos alejados en la galaxia, refresco esas imágenes en el cristal de la escotilla redonda.

Y paso las yemas de mis dedos por la fría planicie casi invisible del cristal. Acariciar no es poseer, ni atrapar, ni tomar… me dicen las imágenes del sueño.

Leer en soledad / Cuaderno de bitácora: día 4

Aquí en la nave, el día y la noche no existen. Debemos adaptar nuestras horas de sueño a un falso reloj que nos marca necesariamente el tiempo de descanso. Siempre que me acerco a este teclado, aprovecho que el resto de la tripulación, o descansa o realiza tareas de mantenimiento en el exterior de la nave. Son mis segundos de intimidad, de silencio, de reflexión, de unión con los recuerdos que vagan, como esta nave, por el espacio… casi sin rumbo. Ayer jugué al póker con mi otro ordenador.

Sin embargo en la cuarta partida, un movimiento suyo, me recordó a otra partida a otras partidas… aquellas que se juegan en papel… algo de lo que casi me he olvidado también. Con uno de aquellos libros, entre sus rodillas, pasé eso que se llamaba «verano» y que aquí, también ha dejado de existir.

Verde… casi olvidado. Los libros… ya no existen. Mis recuerdos… prisioneros en el espacio. Mi destino… en manos de un cuaderno. El regreso siempre es penoso… inseguro… expectante. Ahora recorremos un trayecto que ya hicimos… y si somos caminantes espaciales, no hay camino que no se haga camino al navegar.

Música / Cuaderno de bitácora: día 5

Hoy rebuscando en la caja de herramientas para salir a reparar el brazo articulado de nuestra nave, he descubierto un viejo CD. Su carátula era de una cartón fino, ya casi, desdibujada por el paso del tiempo. Era difícil leer lo que ponía. Le apliqué la lámpara de luces moradas. Pude conseguirlo: «Música de una temporada». Recordé entonces qué significaban aquellas cuatro palabras, que bien podían ser cuatro letras o las cuatro estaciones.

Algo se encendió en mi cabeza… una luz… no; es la idea de que el Comandante XPI tiene un antiquísimo reproductor de cd´s en su cápsula personal. Tras convencerlo, dejándole las dos raciones mías de comida establecidas para el día de hoy, conseguí escuchar las viejas canciones… casi todas hablaban de ella.

He subido a la plataforma tercera de la nave. Me he tumbado. He mirado al cielo por la escotilla 131 de la cara norte. Cada estrofa me hablaba de ti. Cada estrella dejaba impresa en el universo las letras de tu nombre. Vuelve el silencio a nuestra nave. Seguimos de regreso hasta Verde.

PA:   Tras momentos de zozobra, qué mejor que un rato de sosegada lectura sobre un posible viaje en busca de Verde. Como cualquier ser humano, el viajar es ese placer que nos hace crecer. Viajar leyendo, además, es liberador. Porque la libertad es un lujo que no todos se pueden permitir