La cintura nunca miente

Entralazaba  la imaginación paseándome montado en mi barco particular por los mares de tu cintura. Las olas juegan con mi vieja carcasa de "cadillac" destartalado que, pese a situarlo en aquel famoso acantilado, nunca probó su asiento de atrás, la rubia de la que todos estábamos enamorados.

El viento infla mis velas, rodeo tus curvas; mientras, una jarcia me ahoga al recordarme que es muy caro acariciar la arena que guardas en tu armario.

El viaje no tiene fin porque tu cintura es tan eterna como los jadeos que dejas en el horizonte, llenando el aire con ese cántico de sirena que hacer naufragar a este Odiseo exhausto.

¿Cuándo llegaré a tierra?