Mi espalda

Llevo en mi espalda, cargados miles de años que bien mirados,
sólo son un segundo.

La médula es tan débil que se troncha como el final sensible de una flor.

Lo cierto es que siento llevar una espada invisible que me sesga, como la realidad,
por mitad…mitad catódica y menos católica.

Sesgado a ras de suelo, me dejo caer sobre ella para descansar.

Al final, sobre el combés de mi cuerpo, descansa todo.

Es mi espacio descubierto.